La revolera

Más claro que el agua clara

Paco Mora
viernes 11 de octubre de 2019

La corrida de Núñez del Cuvillo ha dejado esta tarde en Zaragoza más claro que el agua clara el porqué las figuras se perecen por lidiar los toros de esta ganadería y otras similares. El bueno es tonti-bobo y el malo es solamente travieso. Y así, con un poco de suerte en el sorteo, se suman corridas y orejas con el menor sufrimiento posible. Y si no la hay, las culpas son para el toro por sus travesuras y poca afición. A embestir claro. Hoy en la plaza de Pignatelli, han salido seis toros que se parecían a aquellos Núñez de mis años mozos como un huevo a una castaña.

Los Núñez del Cuvillo de hoy eran mulones de estampa la mayoría, e incluso uno que le ha tocado a El Juli estaba muy cerca de los setecientos quilos, pero la corrida no ha aterrorizado a nadie. Más cómoda no podía ser. Y es que los toros de lidia no son temibles por su romana ni siquiera por la aparatosidad de su cornamenta, sino por lo que llevan dentro. Y los “cuvillos” de hoy eran puro mazapán untado con miel, y claro, los cogen tres toreros puestos y dispuestos y el espectáculo se convierte en un paseo militar sin fusiles ni cañones. En una parada militar de Sissi Emperatriz con el Vals del Emperador como música de fondo.

Los Núñez auténticos y los Buendía-Santa Coloma de mis años mozos eran bajitos, apretados de carnes y de armoniosa arboladura cornea, pero para pergeñarles una buena faena había que llamarse Paco Camino, El Viti o Diego Puerta, y con ellos todos aquellos toreros de los años sesenta y setenta. Con los Buendía acabó la moda del toro grande ande o no ande. A los Núñez actuales, se apelliden Del Cuvillo o como se apelliden, les tienes que provocar la embestida cinco o seis veces para que se te arranquen hacia la muleta un vez o dos, y entonces se les enseñaba la muleta una vez y repetían seis o siete veces. Esa es la cuestión. Y lo demás son zarandajas. Pero como destruir es tan fácil y construir tan difícil, cualquiera le pone el cascabel al gato ahora, después de tanta agua como ha pasado bajo los puentes.

¿Y con esa premisa, qué ocurre? Pues que cada día es más difícil que una faena nos ponga los pelos de punta a causa de la emoción estética. Hoy mismo; El Juli ha estado bien porque lo que tuvo delante no era digno de sus posibilidades; que Paco Ureña ha cortado una oreja echando mano de su habitual romance de valentía y que el toricantano Isiegas, con el trozo de mazapán con el que se ha investido como matador de alternativa, ha andado poco menos que a gorrazos. Y…Ite misa est.

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