La página de Manolo Molés

La gloria y el dolor viven en la misma calle

Manolo Molés
viernes 25 de octubre de 2019

El año de más gloria, más novedades, más público en las plazas, más éxitos en Sevilla y Madrid que nunca; el año en que hemos visto crecer una generación que compite ya con las figuras, el año del bombo y platillo, en que la afición acudió a las plazas, ahí está Las Ventas, más que nunca en los últimos tiempos. El año de las figuras estables pero también de los toreros que viniendo desde abajo, arrean; el año con más novilleros marcando el futuro y con más ganaderías embistiendo; este año tiene, o no sería la grandeza y la dureza de la Fiesta, una realidad: un remate cargado de dolor y lágrimas. Durísimo lo de un grande de plata, Mariano de la Viña. Un percance estremecedor en las imágenes y durísimo para remontar. Un gran profesional. Casi toda una vida a las órdenes de Ponce.

El “tabaco”, como dirían los clásicos, ha sido terrible; las imágenes estremecen y de qué forma. El toro zarandea, hiere, hace presa y lanza a un hombre de luces a la oscuridad del drama. Le ha sucedido a Mariano, le puede pasar a cualquiera. Es la dura ley de la grandeza del toreo, donde el éxito es incomparable y donde el dolor vive en la habitación de al lado. Poco antes, en Madrid, otra vez, cayó Gonzalo Caballero. Tengo amistad con él pero debo decirle una vez más que así no se va a ninguna parte buena, que el toreo no es dejarse coger. Y Gonzalo Caballero ha vuelto a tentar los diablos de la lógica taurina, que tiene sus normas, sus reglas para entrar a matar y no a que te mate un toro. Una vez más lo ha vuelto a hacer. En pocos meses de diferencia. Otra vez tirándose a matar, no sé si con los ojos abiertos o cerrados, encima de los cuernos del toro. Sin hacer la suerte que ordena el volapié; esa muleta en la zurda debe llevarse la embestida del toro, esa espada en la derecha debe perfilar las bases de entrar a matar. No puede ser, te lo digo con todo el cariño, Gonzalo, que dos veces en el mismo año, en la misma plaza, mates sin hacer la suerte. Hay un dato que no es normal ni natural, no consumas la suerte, te tiras arriba y, cosa poco común, como no haces la suerte llevas ya dos cornadas tremendas en la pierna de salida. Es más normal que te puedan herir la pierna derecha, pero lo contrario supone que te has saltado todas las reglas marcadas por el tiempo, la lógica y la tauromaquia eterna.

COLOMBO DIO LA CARA EN MADRID TRAS UN AÑO ORILLADO

Esa misma tarde en Madrid, en este final de año grande y revelaciones, nos recuerda que la cara fea, dura, la guadaña está ahí detrás de la puerta de cualquier error o también la mala suerte. Como lo de Mariano de la Viña, como lo de un chaval de Venezuela y admirable llamado Jesús Enrique Colombo, que dio la cara en Las Ventas, tras un año orillado de las ferias. Se llevó también su ración de paliza, pero fue el primero en auxiliar y llevarse raudo a la enfermería al compañero.

El año de más gloria, más novedades, más público en las plazas, más éxitos en Sevilla y Madrid que nunca, el año de las figuras estables, de los toreros que viniendo desde abajo, arrean; el año con más novilleros marcando el futuro y con más ganaderías embistiendo, ha tenido un remate cargado de dolor y lágrimas

Que la dureza del fin de temporada no se olvide; pero tampoco un año de grandes éxitos y toreros interesantes. Como el otoño se puso agrio, también a Perera le llegó el dolor tras una temporada en la que su papel subió enteros en esa tarde de hule en Zaragoza. La misma en la que hubo una feria con muchos éxitos, pero con el postre amargo de que aquí en el toreo puedes tocar el cielo y la gloria en las tardes de vino y rosas; y puedes oler el azufre de los avernos en las tardes negras en las que se encoge el corazón de los aficionados.

El contraste enorme está ahí. En el bando de la felicidad está ahí el adiós de un torero que se va llamado El Cid. Un año grato en las despedidas y pese a ello estoy seguro de que daría lo que fuera por un par de años más. Torear es el veneno más delicioso. A veces. Zaragoza, Jaén y cierra España hasta que vuelva la primavera en la que volverá la Fiesta. Con cambios. Seguro. Con Ginés Marín asomándose al grupo de los grandes; con Perera mucho más sólido; con Juli y Ponce dueños de su futuro; con Manzanares peleando con las lesiones que dejan huella; con Cayetano, el más Ordóñez de la familia en carácter, no en copia; con Emilio de Justo, que huele a primera figura; con Ureña, en su año grande y ahora libre; con la magia de Ferrera en la purificación de la tauromaquia. Curro Díaz, Escribano y otro bautizado en Las Ventas: David de Miranda. Con el torero de Curro Romero, Diego Urdiales -todo el mundo pensaba que iba a decir Morante-, con Luque madurado en las Galias; con Pinar, poderoso; con Álvaro Lorenzo y su solidez castellano-manchega. Algunos más. Pero me inquieta lo de un grande, grandísimo, Roca Rey. El que llena las plazas, arrastra gente joven pero que nos dejó a mitad de temporada. Ahora no se sabe a ciencia cierta cómo será el año de un torero muy necesario. Con tal vez demasiada gente en su apoderamiento: un mexicano, un empresario y un cachito para quien lo curró y lo lanzó desde el inicio: José Antonio Campuzano. Un grande puliendo toreros que nadie se atreverá a discutirme. Al gran RR, al que admiro, le sobra, yo entiendo, tanto mando en su ejército y sobra misterio. Espero que volvamos a disfrutarlo. Hace falta.

SI NO SIEMBRAS, NO RECOGES, ESO TAMBIÉN VALE PARA EL TOREO

¿Dónde está la mayor alegría para ti y para mí? Yo nací entre naranjos y sé lo que es la huerta. Si no siembras, no recoges, si no riegas, se mustia, si no abonas, palidece, si no lo cuidas, no da frutos. Vale también para el toreo. ¡Aleluya! no recuerdo tener quince novilleros tan interesantes, tan distintos, con buen concepto pero con la gloria de ser diferentes. No voy a dar los nombres que tú ya conoces. Pero te diré que en lo alto de la lista tengo a Rufo -puerta grande en Madrid-, fantástico, y cierra la lista un crío sin caballos llamado Álvaro Burdiel, último en abrir la puerta de la gloria en Madrid. En medio hay otros dieciocho. O más. Eso es lo bueno. Miras arriba y hay donde elegir. Miras abajo y el futuro aparece vestido de luces. Eso es el mañana. Hay futuro.

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