La Pincelada del Director

Las guerras que vienen

La gran cantidad de plazas que salen a concurso que pueden darle un golpe de timón a las próximas temporadas es una de ellas. Ahora que tanto se habla de renovación no estaría de más que los aires nuevos lleguen al empresariado también. Tampoco estaría de sobra, al contrario, sería un estímulo, que quienes gestionaron con acierto se vean recompensados
José Luis Benlloch
martes 29 de octubre de 2019

Hasta el rabo todo es toro. Se acabó la temporada pero no el interés informativo. Siguen pasando cosas, se está a la espera de acontecimientos que pueden tener gran influencia en el devenir inmediato. La gran cantidad de plazas que salen a concurso que pueden darle un golpe de timón a las próximas temporadas es uno de ellos. Lo que no se sabe es si será un trincherazo o un pase de alivio, si destemplará el ambiente o si armonizará la lógica pelea de los business, si concentrará demasiado el poder empresarial o si dará cartas para que jueguen empresarios jóvenes. Ahora que tanto se habla de renovación no estaría de más que los aires nuevos lleguen al empresariado también. Tampoco estaría de sobra, al contrario, sería un estímulo -en realidad un cambio radical-, que quienes gestionaron con acierto se vean recompensados. Uno de los males, llámenle mochilas, con los que ha tenido que cargar la fiesta de los toros y más le han lastrado desde siempre ha sido el oportunismo y las gestiones breves que frenaban las promociones e inversiones a futuro. Alguien activaba o recuperaba una plaza y seguidamente se la levantaban a golpe de bolsa o de influencia -lo del respeto gremial o territorial es sencillamente mentira-, sucedía o sucede sin tiempo a disfrutar/rentabilizar su esfuerzo de tal manera que se estableció la aversión a promocionar y fijaban, sigue sucediendo, las miras en un cortoplacismo peligroso, el pronto y en la mano. No voy a engordar las perdices del coto para que venga otro a cazarlas… pues eso. Así que en un estado ideal de las cosas el que gestiona con acierto debería encontrar el reconocimiento y la recompensa del tiempo necesario para rentabilizar su inversión, pero aún estoy por ver que suceda salvo coincidencias; o que una plaza en buen momento, incluso una plaza en horas bajas, se conceda sin polémica o sin navajeos ni despropósitos alcistas. Así que el invierno puede dar mucho juego. Alicante, El Puerto de Santa María, Albacete, Málaga, Huesca… es mucho pastel para que su concesión transcurra en paz. Si no al tiempo. Y ojo, que en ese tema el toreo se juega mucho.

Aún estoy por ver que una plaza en buen momento, incluso una plaza en horas bajas, se conceda sin polémica o despropósitos alcistas. Así que el invierno puede dar mucho juego. Alicante, El Puerto, Albacete, Málaga… es mucho pastel para que su concesión transcurra en paz

Y metidos en temas de business empresariales y futuro llama la atención las cifras de espectadores que pasaron el año pasado por Las Ventas. Un millón de espectadores es mucha gente. Una media de quince mil espectadores incluyendo los festejos menores es mucha gente, diría mucha base para crecer. Desde luego la suficiente y más para pensar que el toreo tiene vida y futuro. ¿Quién nos tildaba de residuales?… Dejas a un lado el monstruo fútbol y no hay otro espectáculo con esa capacidad de convocatoria, de la misma manera que no hay otro espectáculo que tenga que soportar tanta traba administrativa, fiscal e ideológica, mejor entiendan partidista; ni tanto ninguneo publicitario ni tanta presión internacional impulsada por intereses de las multinacionales que disfrazan su obsesión por los dividendos con el amor a los animales. Pues aun así, sin margen de maniobra para actualizarse y crear nuevos alicientes, contra la cobardía de las administraciones incapaces de dar margen o autonomía a los profesionales, secuestrados por una autoridad que tantas y tantas tardes es incapaz de interpretar el reglamento a favor de la Fiesta, incluso contra el espíritu de reacción congénito del propio toreo que tiembla ante cualquier intento de novedad, la tauromaquia mantiene cota socio-demográfica suficiente para que se nos tenga en cuenta. Cualquier Tezanos con los números del toreo cocinaría los panoramas más deslumbrantes, pero por todo lo dicho toca lo contrario, resistir. Lo mejor es que el toreo lleva muchos años resistiendo sin rendirse.

No vivimos los mejores momentos, es cierto, ni mucho menos hay que mirarse el ombligo y confiarse, pero a pesar de los agoreros, de los señalamientos públicos que claman que estamos en las últimas, no es verdad, los números cantan y cabe rescatar aquella frase que atribuyen a don Juan que aseguraba: los muertos que vos matáis gozan de buena salud. Hay otra versión de la misma frase: los muertos que vos matáis gozan de cabal salud, pero esa ya no encaja, cabales aquí no hay tantos.

Con las administraciones incapaces de dar margen a los profesionales, secuestrados muchas tardes por la autoridad, incluso contra el espíritu de reacción del propio toreo que tiembla ante cualquier intento de novedad, la tauromaquia mantiene cota socio-demográfica suficiente para que se nos tenga en cuenta. Cualquier Tezanos con los números del toreo cocinaría los panoramas más deslumbrantes

LA GUERRA DE LAS PUYAS.- Pero no será la concesión de plazas el único campo en el que se bata el toreo este invierno. Hay ganaderos dispuestos a poner sobre el tapete una cuestión que consideran de suma importancia, el tamaño y calidad de las puyas actuales, que consideran tremendamente agresivas. Tanto que en escasos minutos, segundos, les destrozan, nunca mejor dicho, todo el esfuerzo de años de selección y crianza del toro con movilidad y casta que demanda el espectáculo actualmente. Con el agravante, te susurran, de que en los tristes desenlaces que se producen tantas y tantas tardes, con el toro parado o moribundo, el culpable para público y crítica es indefectiblemente el ganadero. Encima eso, dicen.

La queja señala tanto a los materiales que se utilizan como a los métodos y los medios con que se afilan, alta tecnología, que las convierten en armas de destrucción incompatibles con la buena lidia y una suerte de varas equilibrada. De tal manera que ya se pueden aplicar en encontrar la alimentación adecuada y procurarles el ejercicio conveniente que los toros acaban derrotados precipitadamente ante la eficacia de semejantes armas.

El problema no es exactamente el mismo en toda España, aseguran. Mientras que en Andalucía se implantó una puya que se considera razonable y se adoptó posteriormente en el País Vasco, en el resto de las comunidades se utiliza la puya que motiva las quejas. La diferencia de una a otra en términos numéricos es de un treinta y tres por ciento, se comprueba con el volumen de fluido que desplaza una y otra si se la sumerge en un recipiente lleno de líquido. El principio de Arquímedes que estudiábamos de chicos. El debate, que pervive larvado en los entre bastidores ganaderos los últimos años, es muy posible que emerja este invierno. La imagen de la Fiesta de cara al exterior -esos lomos tintos en sangre- puede ser uno de los argumentos que adquieran peso para una posible mejora de la realidad actual. Los percances, que este año han sido muchos y duros, el argumento contrario para que todo siga como está.

Los materiales, métodos y medios con que se afilan las puyas, alta tecnología, las convierten en armas de destrucción incompatibles con la buena lidia y una suerte de varas equilibrada. Es la queja larvada de los ganaderos

LA GUERRA DE LAS MULTINACIONALES.- Y si hubiese que avanzar más en las batallas que vienen habría que ir hacia las multinacionales del animalismo. Un duelo tremendamente desigual que tiene que afrontar la tauromaquia. Ellos con millones, muchos millones, organización, medios, estrategia y una voracidad militante que arrolla. La tauromaquia, sin oficio ni tradición para afrontar esos duelos, se la tiene que fiar a las acciones de la Fundación, la única entidad con iniciativa y conciencia de la realidad a la que, por cierto, no le sobran medios para subsistir. La política de las multinacionales del animalismo es una labor de zapa que ya hace tiempo que ganó la batalla de la educación. Lo de esta gente no es romanticismo ni sentimentalismo, ni mucho menos amor a los animales, es pasta, un fondo de negocio de incalculables beneficios. Hay un dato la mar de esclarecedor de la cuestión: hasta el pasado año “en España se registraron 13 millones de mascotas, de las cuales un 93 por ciento son perros, un 6 por ciento, gatos, y el resto, conejos, sobre todo. Hay más animales de compañía que niños menores de 15 años”, son datos de El País, que no es medio sospechoso de encarar al animalismo sino lo contrario. La situación no es nueva ni afloja y habrá que afrontarla con decisión. Si tenemos en cuenta, según aseguran, según sus creencias, que los españoles todavía no estamos al nivel de otros países en lo que ellos consideran cuido y mimo (¿?) de los animales, todavía somos más apetecibles para sus planes. Así que hay que prepararse y armarse. Se van a encelar con nosotros con el beneplácito de ese contradictorio buenismo que practican.

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