Desde El Arenal
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Cirugía

Carlos Crivell
domingo 03 de noviembre de 2019

El impacto de un percance gravísimo despierta la curiosidad en la población. Lo he comprobado en mis paseos por Sevilla. Taberneros, pescaderos y peluqueros poco adictos a la Fiesta, aunque no enemigos, me han preguntado por el estado de los heridos del final de la temporada. Naturalmente se han enterado del excepcional trabajo realizado por los equipos médicos que dirigen los doctores García Padrós y Val-Carreres. Han sido dos intervenciones que han salvado la vida de los toreros. Madrid y Zaragoza, como muchas otras plazas de toros españolas, están preparadas para atender cornadas de suma gravedad. Pero que los árboles no nos impidan ver el bosque. La cirugía taurina tiene muchas lagunas que deben ser atendidas para que no tengamos que lamentarnos en el futuro.

La mayoría de las plazas de tercera y las portátiles están atendidas por equipos que no están formados en la atención de las heridas por asta de toro. La cirugía taurina está en manos de buenos profesionales, sin duda, pero que no tienen experiencia en este tipo de lesiones. Es más, la cirugía taurina está dejada de la mano de Dios en muchas plazas porque ni están dotadas del material adecuado ni a los médicos se les paga con arreglo a su profesión y dedicación en las enfermerías.

Para ejercer la cirugía taurina se debe ser experto en lesiones producidas por el toro y ser muy buenos aficionados. La especialización en cirugía taurina no existe. Se han desarrollado algunos cursos en los que se trata de formar a estos sanitarios, pero no parece suficiente. Muchos equipos cargan con el material propio ante la ausencia del que ofrecen las instituciones. Cada Reglamento es distinto en cuestiones de la atención médica en las plazas. Con este panorama, una cirugía de emergencia exigente y mal pagada, son muy pocos los facultativos que quieren ir a las plazas. Es necesario que los profesionales exijan cirujanos expertos en las plazas. Los toreros van a torear y no conocen las condiciones de las enfermerías. Es preciso que los sanitarios estén facultados para la asistencia de estas lesiones. Hay que certificar la idoneidad de los equipos médicos. La alegría por el buen hacer en Zaragoza y Madrid no puede ocultar una realidad muy peligrosa.

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