La Pincelada del Director

Añoranzas, ilusiones y venenos

Paco Ureña dio la sorpresa; Diego Ventura añadió morbo al conflicto del norte y quién sabe si es el comienzo de una nueva bonita aventura...; Curro Díaz mantiene el suspense administrativo…, que nadie olvide que al arte hay que protegerlo…
José Luis Benlloch
martes 05 de noviembre de 2019

Parece que nos estemos acostumbrando a los partes médicos. En esa cuestión la semana fue prolífica en buenasnuevas y malasnuevas. Mejoran Mariano y Gonzalo, estrellas de tan doliente ranking. No cabe decir lo mismo de Javier Cortés, del que la gravedad de los primeros le había relegado de los titulares de actualidad hasta que un nuevo parte médico nos ha sobresaltado y llevado a una cruda realidad. Ingresa en la lista Josemari Manzanares, que sigue a vueltas con la dichosa espalda que no le deja como quien dice vivir ni torear. Esperemos que esta vez sea la definitiva. En el recuerdo de todos ha estado a la vez el gran Manzanares, cinco años sin él o, lo que es lo mismo, un lustro sin el amigo y sin una de las grandes referencias de la torería contemporánea, ¿acaso la mayor?… Fue el hombre que lo tuvo todo para ser torero grande y si algo le faltó solo logró adornar y engrandecer su leyenda y ponerla en modo romántico que es el territorio donde los toreros se hacen grandes definitivamente o alcanzan el estado de seres superiores.

En el recuerdo de todos el gran Manzanares, cinco años sin una de las grandes referencias de la torería contemporánea -¿acaso la mayor?…-. Fue el hombre que lo tuvo todo para ser torero grande y si algo le faltó solo logró adornar y engrandecer su leyenda y ponerla en modo romántico

En otro orden de cosas Ureña se ha ido con Garzón, admitámoslo, ante la sorpresa general, lo cual no quiere decir que se haya equivocado, solo que no entraba en las quinielas; sucedió días después de que el cambio de Diego Ventura haya añadido morbo y curiosidad, no sabemos si soluciones, al conflicto de éste en las plazas del norte que los últimos años le estaban vetadas. La foto del brindis de Diego a Guillermo Hermoso puede ser el comienzo de una bonita, no digo amistad pero sí aventura. La orfandad administrativa de Curro Díaz, que seguramente tenga menos calado popular que los anteriores, dos meses después sigue siendo una incógnita a descubrir y sería bueno que se resolviese en bien porque capitales artísticos como el de Linares vale la pena que estén protegidos. Todos ellos han sido temas de la semana aunque no los únicos. Los médicos de los toreros, los más experimentados, puntuales y aplicados, siguen impartiendo ciencia en la Universidad de Valencia, lo que nunca se había hecho por mucho que se necesitase hasta que llegó la mano decidida de Carbonell&Sabater y puso el tren en marcha. Era una necesidad.

Más temas a celebrar. El Tribunal Supremo, gran noticia para que dejen de darnos la matraca, ha confirmado la nulidad del reglamento de consultas ciudadanas del Ayuntamiento de San Sebastián, lo que impide aplicar esta herramienta para adoptar una decisión sobre la celebración de corridas de toros en la capital donostiarra. Y lo que vale para San Sebastián vale para cualquier parte donde por nada y menos te montaban un referéndum de estos que en realidad no eran más que una alcaldada. Así que ya vale.

LA RESILIENCIA DE LOS GANADEROS.- Y en ese ambiente comienzan a caer las canales, pura figuración literario-castiza porque la realidad es que no llueve lo que debía llover y nuestra gente del campo -llora especialmente Jaén- se apresta al heroísmo de sacar las ganaderías adelante sin que se acabe de reconocer su esfuerzo y mucho menos darles soluciones sin reparar en que sin ellos, los ganaderos, todo lo demás sobra. No se puede olvidar que sobre sus costillas y bolsillos ha recaído la mayor multa de la crisis. Se aprovecharon de que su producto es perecedero y su dedicación exclusiva muy vocacional, y les levantaron la cartera. A los fetén, los otros, los del ladrillo y los puños estirados y las chaquetas de marca, se fueron pronto. Y si eso pasa en la dureza de los cercados no les aprietan menos en las moquetas de los despachos. Lo bueno es que ni en un lado ni en otro se rinden. En los salones la Fundación ha salido al ataque contra el animalismo galopante que todo lo contamina. Que no solo de CO2 palma el campo. Los intereses de los animalistas, mejor de las insaciables industrias animalistas con su furia, están vaciando el campo para someternos en su territorio favorito, qué contradicción, en las grandes urbes.

La Fundación ha salido al ataque contra el animalismo galopante que todo lo contamina. Que no solo de CO2 palma el campo. Los intereses de los animalistas, mejor de las insaciables industrias animalistas, están vaciando el campo para someternos en su territorio favorito, en las grandes urbes. ¡Qué contradicción!

Me ha alegrado, estimula realmente, ver a Victorino y a su equipo defendernos tras advertir que el efecto rodillo que pretende imponer el animalismo no es un problema único del arte del toreo, que tan corrosivo fenómeno atañe a la cultura y afecta directamente a la España Vaciada que tanto preocupa y tantas ronchas sociales levanta cuando se acercan las campañas electorales, es decir, siempre. En el contexto de una mesa redonda sobre “Sostenibilidad, mundo rural y animalismo”, buen escaparate, Victorino Martín, en representación de quienes lo sufrimos, le ha recordado al mundo que “el animalismo es un cataclismo económico, ecológico y cultural. Pero es, sobre todo, el fin de lo que somos como pueblo y como cultura” y que los primeros en pagarlo están siendo los ganaderos y, tras ellos, dijo, irá todo un tejido social, el de los pueblos de la España rural, que poco a poco está desapareciendo por falta de actividad y relevo generacional porque es la actividad ganadera, no la agrícola, la que fija la población en esa España que se nos vacía. Ahora solo falta que lo entienda quien lo debe entender que no está muy claro que atienda ni entienda.

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