La Pincelada del Director
Definición gráfica de cómo debe hacerse la suerte suprema. Paco Camino imparte la lección.Definición gráfica de cómo debe hacerse la suerte suprema. Paco Camino imparte la lección.

Vicios y ventajismos

Va adquiriendo naturaleza de normalidad el entrar a matar tapándoles la cara a los toros y/o tirando la muleta sin que los aficionados lo tomen en cuenta. Y no es eso...
José Luis Benlloch
miércoles 06 de noviembre de 2019

Alguna vez hemos comentado en estas mismas columnas el uso y abuso de muchos toreros actuales de las inas, manoletinas, reolinas, bernadinas, espaldinas y demás, aunque ello suponga llevar una faena al tercio de lo incongruente o la superproducción (cuando un cuadro está acabado no hay que seguir pegándole brochazos porque si no vale ya no vale ni lo arregla una ina, y si vale… y si vale te lo puedes cargar), pero es como si dijesen yo he venido a dar mis inas y las doy como aquel día, salvando las distancias, en que el gran Umbral fue a hablar de su libro y habló, vaya si habló, quiero decir que los chicos de ahora hablan/torean sin freno ni medida hasta ponerse coñazos o impertinentes. Otro tanto podríamos decir de lo que supone dejar la muleta en la cara de los toros y pegarse a la tabla del cuello para que repitan y repitan, circunstancia que nada tiene que ver con ligar los pases, fundamentalmente porque los pases hay que comenzarlos y terminarlos antes de comenzar el siguiente y lo otro es una martingala o, si lo prefieren, un recurso que suena mejor pero es recurso al fin y a la postre para los toros huidos que, aplicado a los toros bravos, se convierte en lo dicho, una martingala para aliviarse de las exigencias de la buena lidia. Pues en ese mismo sentido o proceso de degeneración va adquiriendo naturaleza de normalidad el entrar a matar tapándoles la cara a los toros y/o tirando la muleta sin que los aficionados lo tomen en cuenta. Y no es eso, no es eso, jamás de los jamases se puede considerar una gran estocada si se hace la suerte de esa manera. Será una estocada eficaz, contundente, fulminante, hasta espectacular en algún caso o recurso para matar un marrajo, pero nunca perfecta.

La cuestión es mucho más relevante que el reparar si el acero ha caído centímetro más centrado o menos que con tanto detalle observan los presidentes obviando incluso si se ha entrado con la verdad de la rectitud o con la ventaja de la huida. Ante esa manera de valorar (qué más da, deberán decirse) los hay, matadores, que sueltan la herramienta por definición. Esas confusiones sobre el buen criterio lo traen los tiempos o la falta de educación taurina de los tiempos. No hace tanto, o sí, el día del rabo de Palomo en Madrid, por ejemplo, el pero, la mácula que le pusieron a semejante premio, es que perdió la muleta, cuando, en realidad, lo que pasó en aquella ocasión es que el toro le arrancó la muleta, de la misma manera que le arrancó la pechera y la taleguilla, y le pudo arrancar la vida. Así que ni tanto ni tan calvo, que una cosa es soltarla y otra que te la quiten. Ejemplo igualmente de lo que fue y ya no es, de la importancia que se le daba a hacer bien la suerte, es aquella declaración de Jaime Ostos: “Cinco mil pesetas, mil duritos a quien presente una foto mía volviendo la cara al entrar a matar”. Por si se lo preguntan, nadie presentó una foto con el León de Écija en tan comprometedora postura.

La responsabilidad de ese descalzaperros cultural es de quien tiene la obligación de explicarlo, no debemos exculparnos nadie, pero algunos comentaristas de potentes medios son auténticas armas de destrucción masiva en cuestiones de cultura taurina para mayor gozo de los ventajistas. Y en este caso tampoco el desconocimiento de la norma, los tíos no tienen idea, exime de la responsabilidad. Y no cabe confundirse, eso no es evolución, es degeneración.

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