El Palco

Fomentar la afición entre los niños

Rafael Comino Delgado
viernes 29 de noviembre de 2019

Tenemos que aceptar, porque los números así lo demuestran, que cada vez hay menos afición a los toros, eso es algo innegable, pues vemos cómo incluso con carteles muy buenos algunas plazas no se llenan. Desde que recuerdo -década de los cincuenta del siglo pasado- las figuras toreaban cada año de setenta corridas para arriba y ahora no llegan a cincuenta. Hace veinticinco años, en la Feria de San Isidro, con carteles medios, siempre había, al menos, tres cuartos de plaza, y ahora observamos que apenas pasa de media plaza. En Sevilla es raro que se llene la Maestranza, que, por cierto, tiene muy pocos abonados. Córdoba, que ha sido principal referente del toreo en el mundo, ha disminuido drásticamente el número de corridas, porque la gente no suele ir a la plaza, no digamos de Bilbao y otras muchas plazas.

Analizando las causas de ello somos, en general, muy dados a decir que los propios profesionales del toreo están haciendo mucho mal a la fiesta de los toros, están echando a la gente de las plazas y puede que en ciertos casos se lleve razón, pues algunos no hacen las cosas de forma correcta, no dan toda la verdad que se debe dar al aficionado que paga una entrada, pero no creo que esto sea muy diferente a lo que siempre ha sido, en el mundo del toreo y en el mundo de todos los colectivos.

Creemos que hay diversas causas que, en conjunto, explican lo que está pasando, si bien solo nos referiremos a una: no se fomenta la afición entre los niños sino al contrario, se fomenta el antitaurinismo.

No se fomenta la afición entre los niños en las propias familias, pues hay cada vez más padres que son animalistas y, por tanto, predisponen a sus hijos contra el toreo. Pero no solo eso, sino que en los colegios aumenta de forma alarmante el número de profesores que predisponen a los niños en contra del toreo, en muchos casos utilizando métodos delictivos, como señalarles ante sus compañeros y calificar de asesinos a los que dicen gustarle los toros. Me consta que es así. Hay profesores que insultan y ofenden al toreo, generando odio contra los taurinos, pero luego son absueltos por jueces que “seguramente merecen ser juzgados”. Tenemos un ejemplo reciente en el maestro de escuela, Vicente Belenguer, que se alegró públicamente de la muerte de Víctor Barrio.

En toda España se lleva muchos años sembrando animalismo y odio contra los taurinos en los colegios y el resultado lo vemos en las plazas de toros. Hoy la “moda intelectual” es ser animalista, estar contra el toreo. Me refiero a intelectuales de pacotilla, de tres al cuarto, porque intelectuales de verdad los habrá antitaurinos, pero pocos, y jamás radicales.

Seguramente los taurinos tenemos culpa de ello por no haber sabido reaccionar a tiempo y de forma adecuada, enseñar lo que de verdad es y significa la tauromaquia y cuáles son sus valores.

Nos ha sido más cómodo limitarnos a decir que los antitaurinos son cuatro trastornados mentales pagados y es verdad hasta cierto punto, pero hacen gran proselitismo, cada vez captan más gentes con poco criterio y, generalmente, poco equilibrados mentalmente. El terrible mal que el animalismo está haciendo a la fiesta de los toros a nivel de los niños es incalculable. Manejan muy bien aquello de “Escribe en el corazón de un niño y escribirás para siempre”.

No olvidemos que el movimiento animalista dispone de gran cantidad de dinero con el que compra voluntades políticas sin escrúpulos y estas voluntades compradas son las que más daño hacen.

Dentro de los antitaurinos, los políticos que lo son hacen el mayor mal, pues al tener el poder lo utilizan para no ya solo predicar su ideología, que a veces es interesada, sino para imponerla. Podría citar el nombre de al menos cinco alcaldes que me consta que no son antitaurinos, tampoco grandes aficionados, pero todos los años solían ver alguna corrida y ahora impiden que haya toros en sus respectivas ciudades por intereses no confesables.

Por todo ello tenemos que ser más activos que los antitaurinos, sean políticos o no, y tenemos que, por todos los medios, fomentar la Fiesta entre los niños. Enseñarles lo que significa, su porqué, sus valores a todos los niveles que estén a nuestro alcance: hijos, nietos, familiares, amigos… impidiendo con la ley que se prohíba su acceso a las plazas. Los que quieren impedir la entrada de los niños a las plazas, argumentando que allí hay violencia contra el toro, son los más violentos en las calles contra sus semejantes (véanse manifestantes atacando a la policía, quemando contenedores, peleándose entre ellos, destruyendo todo a su paso, etc.).

En los niños es donde hay que sembrar. Me consta que el sector taurino ya se ha dado cuenta de ello y algo se está moviendo, pero hay que ser mucho más activos en este campo.

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