La Pincelada del Director

A cada cual lo suyo y… a los fotógrafos lo de los fotógrafos

El monumento a Gallito que se prepara en Sevilla es la reproducción de una fotografía de Vidal que retrata al menor de los Gallo haciendo el paseíllo en Valencia
José Luis Benlloch
lunes 23 de diciembre de 2019

La fotografía es una de las artes más taurinas. Por motivos varios. Porque su desarrollo va parejo al desarrollo del toreo moderno; por lo que tienen de arte, que es mucho en el encuadre, en la oportunidad, en la agilidad que se precisa para elegir bien…; por la capacidad que nos ofrece de retener con absoluta fidelidad momentos que en la realidad son fugaces y condenados a perderse en la nebulosa de la memoria personal de cada cual si no se plasman; y por lo que ha servido de inspiración y hasta de soporte de otras artes cuando éstas se han detenido en el toreo. La pintura y la escultura sobre todo. Durante muchos años la cartelería más reconocida de los pintores más celebres ha sido poco menos que una recreación cuando no un corta y pega de las fotografías que más gustaban a los toreros del momento. Otro tanto se puede decir de la escultura. El Curro Romero de la puerta de la Maestranza, por poner un ejemplo, está sacado de una fotografía del maestro Arjona y recoge un gesto del Faraón saliendo de la cara del toro Flautino de Rojas. Todo ello sucede sin reconocimiento alguno al artista original del que nadie se acuerda en esos casos. Esa fue siempre la queja del genial Moratalla, al que se le abrían las carnes del amor propio cuando veía sus fotos anunciando San Isidro tras un sencillo tratamiento informático y una compensación económica que él ni olía ni había soñado. Solo he hablado de reconocimiento artístico, no digo sin compensación o reserva de sus derechos económicos que seguramente los tendrán, no lo sé, pero el ninguneo es tan evidente como injusto.

La idea de este fondillo me ha saltado al ordenador a cuenta de la escultura que la Hermandad de la Macarena ha decidido instalar en Sevilla coincidiendo con el centenario de la muerte del gran Joselito, que por cierto ya debió tenerla desde mucho antes. Bienvenida la corrección, me gusta la idea y el boceto que se ha presentado, obra del escultor Manuel Martín Nieto, pero no me resisto a reivindicar el nombre del autor de la fotografía que se ha reproducido. Se trata de Martín Vidal Romero, fundador de una prestigiosa dinastía de fotógrafos valencianos que ya va por su cuarta generación y mantiene su archivo perfectamente actualizado y documentado. El momento recoge el paseíllo del menor de los Gallo la tarde del 26 de octubre de 1913, en la que estoqueó en solitario seis toros de Guadalest para cerrar la temporada. La imagen que representa la solemnidad máxima de un torero en momento tan crucial la hemos reproducido en formato póster en alguna ocasión en Aplausos previa autorización de la familia del autor, naturalmente.

Más allá de los posibles derechos que sobre la imagen pueda tener la familia, que tengo la certeza de que los tiene, sí me apetece poner en valor la obra fotográfica y la categoría del autor. Si no hubiese sido por ella no hubiese surgido ese bronce homenaje que se anuncia. Así que no hubiese estado de más que se hubiese pedido permiso, al menos permiso. Hubiese sido un gesto de justicia. Y una curiosidad final, las obras referenciales de Gallito en Sevilla tienen firma valenciana, el mausoleo de Benlliure y este paseíllo de próxima instalación de Vidal.

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