Esas han sido las premisas de la temporada de Enrique Ponce, sobreponerse al duro percance de Valencia y volver a los ruedos como si nada hubiese pasado, afrontando compromisos en los grandes escenarios y sin quebrantar ese halo de maestría que le acompaña. ¿Dónde nos habíamos quedado?, repetía con ironía tras los triunfos en su reaparición. Si quedaba alguna prueba más para demostrar su amor propio, su capacidad para ser primerísima figura del toreo, ahí está el año 2019, para recordar sus faenas más geniales, para olvidar un percance del que no queda ni rastro. A Enrique Ponce no hay quien le pare. Ni los toros.
– La temporada 2019 de Enrique Ponce ha estado marcada por el grave percance que sufrió en Valencia. Hasta cinco meses le tuvo apartado de los ruedos, el mayor tiempo que ha estado sin torear durante estas tres últimas décadas
– El 10 de agosto volvía a vestirse de torero. Y quiso hacerlo luciendo el blanco y azabache de aquella fatídica tarde de Fallas, el terno que estrenó para conmemorar el centenario del Valencia C.F.
– Su reaparición fue gloriosa. Como si no hubiese pasado el tiempo, sin ningún tipo de secuela tras una lesión gravísima. Y acabó indultando a un toro de Juan Pedro Domecq
– “Cada vez toreo más con el alma y eso hace que ante un toro que me lo permita se vea la auténtica dimensión de mi toreo y de mi evolución. El tiempo da el poso para ser el torero que sueñas. Yo estoy en el punto más álgido, aunque todo es mejorable. Si no, qué haría aquí”
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