La Pincelada del Director

Terror al cambio cuando urge cambiar

Si quieren nos quedamos en los buenos deseos, pero como dijo aquel cura ¡Si queréis sacad el santo, pero que sepáis que no está para llover!
José Luis Benlloch
lunes 30 de diciembre de 2019

“Aquí -se refiere al toreo- se le tiene terror al cambio cuando en todos los sectores que entran en crisis el cambio es el motor del sistema para salir de ella. Aquí sin embargo el cambio es un drama y sin cambiar las cosas no se sale de la crisis”. Se trata de una reflexión de Pepe Moya, hecha con la autoridad que le da ser uno de los grandes empresarios de este país. La ha dicho a lo largo de un reportaje -publicado en la edición impresa de APLAUSOS de esta semana- sobre El Parralejo, ganadería de la que es propietario, en el que ha radiografiado la difícil, no quisiera decir agónica, situación del mundo del toro. No solo comparto la idea sino que entiendo que debe afectar a todos los protagonistas por si acaso alguien tiene la tentación de pensar que no va con él. Afecta a los toreros, especialmente a las figuras, que deben defender su estatus con firmeza pero también con realismo, a las cuadrillas, que deben entender que la intransigencia no siempre es la mejor defensa, a la administración, que tanto ningunea a todo lo taurino, a los aficionados e incluyo en ello a los medios, que deben entender que nuestros grandes referentes artísticos de la actualidad surgieron de grandes cambios anteriores, de la revolución de Belmonte mismamente, de la de Manolete, de Ojeda… de la implantación del peto, que fue un trauma en su momento, más que descalificado anatemizado por los puristas, y sin el cual la Fiesta sería hoy indefendible. Hay momentos cruciales en los que se cambia, el actual es uno de ellos, o pierdes irremisiblemente.

Hay momentos cruciales en los que se cambia, el actual es uno de ellos, o pierdes irremisiblemente

El problema, dice el propio Moya, es la falta de visión estratégica del sector, lo comparto si lo matizo, el problema, entiendo, es que aquí, en el toreo, no hay sector como se entiende en otras actividades, hay un cúmulo de individualidades encerradas en sus intereses personalísimos que nos han conducido hasta el borde del precipicio y ahora andamos a la espera de que alguien, otro, mueva ficha y obre el milagro, una figura potente que lo cambie todo y en el terreno de los milagros ya solo se depende de la santa providencia. Mientras esperamos, sentados, enfadados, alertas a lo propio, es evidente que no se tiene visión de mercado, ni se cuida al cliente, se van aficionados y no entran nuevos sin que nadie acierte a sustituirles. ¡Horror!

Dicho lo dicho, yo por mí, si quieren ustedes, me apunto a los deseos de felicidad y prosperidad para el año que viene repartidos en SMS, whats, tuits y abrazos, pero como dijo el cura a los mozos del pueblo cuando apretaba una sequía ¡Si queréis sacad el santo, pero que sepáis que no está para llover!

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