A Victorino Martín, presidente de la Fundación del Toro de Lidia, no se le arrugó el ombligo -de casta le viene al galgo- en su comparecencia en el Senado, para defender con verdad y entereza la fiesta de los toros frente a las “señorías” que, como la representante de Unidas Podemos, aprovecharon la ocasión para atacar la riqueza cultural que para millones de españoles, de todas las ideas políticas y condición social, significa el toro de lidia y todo lo que genera con su existencia. Victorino puso muchos puntos sobre muchas íes, dejando con el antifonario al aire a quienes habían asistido al acto del templo de la democracia de la Plaza de la Marina Española, con la intención de denigrar el arte de lidiar toros bravos, a quienes lo organizan como espectáculo, a los ganaderos y a los toreros. Y lo que es peor, a quienes acceden a las plazas de toros para presenciar el espectáculo artístico español por antonomasia.
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