Ponce y la magia del número tres

Mientras que la temporada se va desarrollando en la otra orilla del Atlántico, por cierto con una alarmante falta de bravura en la mayoría de las corridas que hemos podido ver a través de la televisión, por aquí el gran movimiento que se ha vivido de toreros que han cambiado de apoderado, comienza a calmarse. La suerte que el nuevo curso les tenga reservado a unos y a otros será la que de y quite razones. A esperar.

Quienes no descansan son los responsables de poner en marcha la temporada que ya comienza a fraguarse. Los caminos que conducen a las dehesas de bravo ya sienten el trajín de los empresarios. Para la afición de Valencia, especialmente el ciclo de San José, va a tener el valor añadido de vivir el treinta aniversario de la alternativa de Enrique Ponce. El torero del que ya hoy se puede decir que ha llegado más lejos en plenitud. Treinta temporadas siendo necesario su concurso en todos los grande acontecimientos que se han celebrado en el universo del toro bravo ya dice bastante de su dimensión como lidiador.

Así pues, sus tres décadas entran de lleno en la magia que el número tres tiene en la Tauromaquia. Como se sabe el arte de la lidia se desarrolla bajo la normativa de tres tercios, (tercio de varas, de banderillas y de muerte); salvo en casos excepcionales, el cartel también lo componen tres espadas; el ruedo donde transcurre la lidia también consta de tres denominaciones, (tablas, tercio y medios o parte central del anillo). Siempre tres.

Y en ese mágico número parece estar la clave para que el torero de Chiva celebre tan señalada efemérides. Se ha venido comentando sobre si sería eje del abono haciendo hasta tres pasillos. Finalmente parece que se consolida la idea de que en tan significada celebración el número tres sea el gran protagonista, pero lidiando tres toros acompañado de un distinguido espada que está muy de moda. Un acontecimiento a tono con la categoría del celebrante. Y ahora que ya hemos recibido el nuevo año, y tenemos las ilusiones renovadas, sólo resta esperar ¡que salga el toro!