GANADERÍA.- FRANCISCO GALACHE

Buscando otra vez el camino de las ferias

Paco Galache Calderón: “Hemos dejado reducida la vacada al encaste Vega Villar, eliminando la mayoría de Urcola. Actualmente hay unas 200 vacas. El festival de Ciudad Rodrigo puede y debe ser el inicio de otra importante página en la historia de esta divisa”
Paco Cañamero
lunes 27 de enero de 2020

Volver a pisar sobre el viejo solar de la finca Hernandinos es hacerlo con el respeto que merece la que fue una de las ganaderías más emblemáticas de España durante décadas. Nada menos que la de Paco Galache, leyenda de los criadores charros gracias a esos toros que protagonizaron tardes históricas y durante muchos años gozaron de la preferencia de las figuras. Especialmente durante las pasadas décadas de los 50, 60 y 70, cuando estaban acartelados en el día grande de cada ciclo.

Fotos: ISMA SÁNCHEZ

Regresar a la hermosa y extensa finca de Hernandinos, situada muy cerca de Villavieja de Yeltes -el pueblo que mejor conserva el legado de las viejas costumbres de la tierra y donde aún se sigue bailando el charro más puro de la provincia-, es abrazar uno de los rincones más hermosos de la Salamanca ganadera, con sus montes de roble, además del excelente pasto y donde hay que decir que, en la parte propiedad de la familia Galache, nunca se criaron otros animales que no fueran los toros bravos. Además, ir a Hernandinos es reencontrarse con el legado de aquel charro lígrimo que fue Paco Galache, hombre tímido, muy observador, poco hablador, ajeno a los barullos, que vivió por y para la cría del toro bravo, estudiando el comportamiento de cada animal y teniendo claro cuál era el objetico que perseguía.

Pisar las sendas de Hernandinos es ir al abrazo de la leyenda de Manolete, quien desde 1941 pasó los inviernos en Salamanca, comenzando una amistad fraternal con la familia Galache

También, pisar las sendas de Hernandinos es ir al abrazo de la leyenda de Manuel Rodríguez “Manolete”, quien protagonizó una importante página de su biografía en este lugar desde que en 1941 decidiera pasar los inviernos en Salamanca. Esta bella historia comenzó a raíz de que José Flores “Camará”, el apoderado, se dirigiera a la familia Galache para decirle que iría a reseñar varias corridas tras haber matado unos festejos donde el coloso pudo disfrutar con la calidad de esas reses. A partir de ese momento comienza una amistad tan fraternal que, antes de iniciar una nueva temporada, Manolete disfrutaba de un tiempo en Hernandinos con los hermanos Paco, Salustiano y Eusebia Galache, con quienes tan bien congenió. Y a la par llegaron históricas corridas triunfando con estos toros de Galache, entre ellos un mano a mano con Domingo Ortega, en Toledo. O la inolvidable de Valencia, con Carlos Arruza y la alternativa de Agustín Parra “Parrita”, en el día de los Desamparados de 1945, tarde en la que se cortan todos los rabos y varias patas en una apoteosis total. Durante aquellos años, Manolete tentaba todos los días, casi siempre en la soledad y con la única presencia de Paco Galache y su mujer Encarnita, junto a Salustiano y Eusebia, los hermanos de Paco, siendo por entonces cuando tienta a la famosa vaca Trianera –de la rama Urcola-, madre de varios sementales emblemáticos en la divisa de Galache.

Como anécdota, señalar que la última vez que acudió a Hernandinos, en 1946, se celebró un tentadero en honor de la Duquesa de Alba, recién prometida con Luis Martínez de Irujo. Dado que ese año compareció una única vez en los ruedos en la Beneficencia de Madrid, la Duquesa insistió en verlo torear y como solamente podía ser en el campo, invitada por la familia ganadera se dirigió –junto a su prometido- a esta finca charra para disfrutar con su toreo.

La ganadería de Paco Galache fue creada por su padre, don José María Galache, quien en 1930 compra la divisa de Curro Molina, que previamente la había adquirido a Félix Urcola y en el año 1953 es dividida en tres lotes, uno para cada uno de sus hijos, Eusebia, Salustiano y Francisco, este último, tío del actual ganadero, los cuales, antes de recibir el hato de ganado procedente de Urcola, en el año 1939 habían comprado las vacas y sementales a José Encinas, de procedencia Vega-Villar, repartiéndose la ganadería en sus legendarias, Urcola por un lado y Vega-Villar por otro, llevándose siempre por separado.

La auténtica historia de Paco Galache comienza en 1955 con el toro Lujurioso, lidiado por Bienvenida en Madrid. En los 60 son el imán de las tardes más taquilleras de San Isidro hasta que a mediados de los 70 los ignoran cuando se busca, erróneamente, el toro grande y cornalón

La auténtica historia de Paco Galache comienza a partir de 1955, año en el que lidia en Madrid la corrida del Montepío de Toreros con Antonio Bienvenida y esa tarde se lidia el famoso Lujurioso. En la década de los sesenta los toros de Galache se convierten en un imán de las tardes más taquilleras de San Isidro y dos de las más grandes figuras, El Viti y Paco Camino, los piden en sus compromisos madrileños logrando grandes triunfos con ellos, al igual que también matan muchas corridas de esta camada diestros de la talla de Manuel Benítez “El Cordobés” o Curro Romero. Algunos de los astados que destacaron en aquella época fueron Lobatero, Pañero, Camillero o Zancudo, que ganaron los premios del prestigioso ciclo madrileño y llenaron de trofeos las vitrinas de Hernandinos. Poco tiempo más tarde, desde mediados de los setenta, con la llegada de una nueva crítica que convence –erróneamente, como se ha demostrado- a la afición de que el toro debe ser grande y cornalón, junto a la falta de fuerza que empieza a mostrar la ganadería, consiguen que desaparezca de las grandes ferias, siendo un toro inscrito con el nombre de Saladillo quien marca el canto del cisne de la famosa divisa charra en Las Ventas. Sin embargo, en provincias, durante los siguientes años, seguía logrando importantes éxitos y muy especialmente en la feria matea de Salamanca, donde lidia magníficas corridas y hasta un toro, de nombre Galón, acapara los trofeos en la edición de 1979; también llegan importantes éxitos en la prestigiosa plaza de Barcelona, al igual que otros en Zaragoza, Gijón, Burgos, Alicante, Valladolid… manteniendo la atención hasta casi el final del siglo XX, ya con su titular en delicado estado de salud.

Paco Galache fallece el veintiocho de junio del año 2000 y al no tener hijos, su ganadería fue dividida en cuatro partes, correspondiendo la mitad a sus sobrinos, los hermanos Caridad y José Manuel, hijos de su hermana Eusebia; y la otra es para Paco y Manuel Galache, los hijos de Salustiano Galache. A manos de Paco Galache Calderón van los derechos de la emblemática divisa, realizando desde entonces una importante labor, todo ello con la finalidad de volver a recuperar la bandera de esta divisa para recuperar su nombre en las ferias, de donde quedó apeada en los años que se impuso el toro con kilos y volumen, acabando con diferentes encastes que marcaron una época en el toreo.

Poco a poco, Paco Galache Calderón fue realizando una importante selección, “también tenemos que ver las necesidades del mercado y hemos dejado reducida la vacada al encaste Vega Villar, eliminando la mayoría de Urcola. Actualmente hay unas 200 vacas”, indica. Doscientas madres repartidas en diferentes prados que guardan el tesoro de esta sangre brava y son las madres de los toros que salen a los ruedos para mantener el prestigio y leyenda de esta ganadería, con sus característicos pelajes donde los hay ensabanados, cárdenos, negros, colorados y muchos berrendos, mientras que son de cabeza generalmente chata y extremidades más cortas que los de otros encastes, convirtiéndolos en una joya de la sangre brava.

“Hemos dejado reducida la vacada al encaste Vega Villar, eliminando la mayoría de Urcola. Actualmente hay unas 200 vacas. El festival de Ciudad Rodrigo puede y debe ser el inicio de otra importante página en la historia de esta divisa”

Ahora, cada vez que se anuncian estas reses en una plaza es todo un acontecimiento y llegan aficionados toristas de todos los puntos de España y Francia para volver a abrazarse a la leyenda de estos toros, siendo la última vez que lidió una corrida el pasado septiembre en la histórica plaza de Béjar, con gran éxito y la admiración de quien presencia el acontecimiento. Y ahora, en unas semanas, el 25 de febrero, en el escenario del Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo vuelven a acartelarse en un cartel de campanillas, nada menos que con Morante de la Puebla, El Juli, El Capea y el triunfador del Bolsín Taurino Mirobrigense, que estoquearán un festival, “que puede y debe ser el inicio de otra importante página en la historia de esta divisa”, según señala Paco Galache Calderón, su actual propietario.

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