ENCUENTROS CON JOSÉ LUIS BENLLOCH

Luque: “Quiero darle al público lo que quiere ver”

“He tenido el síndrome del estudiante superdotado que lo deja todo para después. Por eso valdría más tener menos condiciones y tener que apretarte más. Claro que si las tienes y eres capaz de superarte y olvidar que las tienes…”
José Luis Benlloch
lunes 17 de febrero de 2020

Desde el año pasado Luque, Daniel, está en boca de todos. En los despachos y en las tertulias. Bendita coincidencia. A nadie le extraña su buen momento, te nombran sus tardes en Francia, sobre todo las de Francia, el toro de La Quinta en Mont de Marsan por encima de los otros, sin olvidar, claro, la gesta con seis toros en Bayona. En realidad, nadie duda de sus cualidades. Así que el cónclave taurino anda a la espera del golpe de gracia y sobre todo de la continuidad que consolide toda la remontada. Si fuese una quiniela no se pagaría mucho, es triunfo que debe caer por su peso. Lo tiene todo y si acaso alguien le pone reservas apunta a su carácter… y también en ese registro ha llegado la mejora.

Nos vimos en El Castañar, la finca del Conde de Mayalde, antes de que la temporada levantase el telón, me impresionó su postura ante los animales y recuperamos la charla días después. Pleno. A la vuelta de Valdemorillo se habían hecho realidad todos los buenos augurios que revoloteaban en torno a él desde la temporada pasada, aquellas mismas sensaciones que se habían traducido en buenas críticas y fáciles profecías, ahora, en la vuelta de Valdemorillo a Madrid, en webs y radios, ya eran contundentes titulares. Ha vuelto a donde nunca debió dejar de estar. Naturalmente, aquí no acaba la historia, le toca persistir. Lo escucha y asiente.

-¡Toca persistir, sí. Esto no ha hecho más que comenzar!

Lo de Valdemorillo ha sido sonado e invita a rememorar la anécdota del viejo maestro en una plaza francesa ante un buen toro. ¿A dónde le pongo el toro, matador?… le preguntó el peonaje. ¡Ayer en Madrid!, contestó el maestro. Aunque si le hacemos caso a Luque, el toro, ese toro de Montalvo, salió donde tenía que salir, ya saldrán otros en Madrid y en donde tengan que salir.

“Ha sido la confirmación del trabajo de este invierno”, asegura el propio torero, que le da especial valor al momento recordando que en los años anteriores, en esas mismas circunstancias, le costaba un tiempo mayor coger el buen punto. “Este es el nivel que hay que mostrar en la plaza en un principio de temporada”, remachaba en una expresión de realismo y exigencia de este nuevo Luque, que aparece ante el periodista sereno, reflexivo, autocrítico y optimista, cargando con la responsabilidad de lo que ha pasado hasta ahora pero también de lo que viene. Tan formal que ya cuesta llamarle Dani, que es como le conocí siendo un niño y desde luego le echa tierra encima a todas las sombras que ponían en cuestión su carácter.

Valdemorillo tiene su intríngulis, le comento. Además de personalidad propia o quizá haya que decir que eso es parte de su personalidad, tiene trampa, ya sabemos: la exigencia del público de Madrid, la prensa de Madrid, los medios de toda España pendientes de lo que suceda, las expectativas que siguen a todo un invierno de abstinencia taurina…

-Es verdad. Haciendo el paseíllo miraba a los tendidos, veía los que estaban allí sentados y me decía: Daniel, hoy no se puede fallar. Las cosas buenas en esa plaza valen, pero las malas… ¡ay, las malas!, esas también cuentan mucho. Hay que ir muy preparado y preocupado.

-Al primero le cortaste dos orejas y supongo que comenzaron a diluirse las preocupaciones.

-Me empleé a fondo para poder disfrutar el resto de la tarde, no quise esperar porque luego se pone todo cuesta arriba y ya sabes.

-¿Alguna vez lo dejaste para luego?

-Muchas veces, lo reconozco. Y cuando uno espera al segundo puede pasar cualquier cosa, entre otras que te quedes sin nada, que sea tarde para reaccionar.

-Hablan muy bien de ese primer toro.

-Fue un toro importante. Bravo. De los que hay que apretar y dejársela muerta para tirar de él. No fue fácil pero no hay que quitarle méritos al animal, que fue un colaborador excelente. A mi forma de entender hubo que darle la vuelta al ruedo. Lo que se gana en el ruedo hay que premiarlo. A todos, también al toro.

-En el toreo hay momentos duros, tú lo sabes, y otros momentos en los que, porque uno se lo haya ganado, todo viene de cara: le embisten más, o eso parece, se le valora más, es como si se le atendiese más en la plaza. ¿Tú lo notas?

-Sí lo noto… claro. En Valdemorillo, desde que me abrí de capa, sentí el murmullo ese de expectación, de espera, que tanto gusta y tanto estimula. Eso se siente y a mí me pone. No es fácil tener la gente de cara, al contrario, te lo digo yo que lo he disfrutado y también lo he sufrido. Cuando se tiene supone un plus en el camino al triunfo. Yo lo tengo ahora y sé que hay que cultivarlo, que hay que cuidarlo porque eso se te vuelve del revés en un segundo.

“Desde que me abrí de capa en Valdemorillo sentí el murmullo ese de expectación que tanto gusta y tanto estimula. A mí me pone. Cuando se tiene supone un plus en el camino al triunfo. Yo lo tengo ahora y sé que hay que cultivarlo porque eso se te vuelve del revés en un segundo”

-Tú eso lo sabes bien.

-Vaya si lo sé.

Charlamos en un aparte de la sobremesa. Al fondo, su apoderado Carlos Zúñiga, que vive su personal ascenso empresarial. Veintisiete festejos organizó el año pasado, de ellos veintidós corridas de toros, números que en realidad son palabras mayores en su oficio. Zaragoza, Gijón, donde está veinte años, Colmenar Viejo, Aranjuez, Zamora y Navaluenga, entre otras. También para los empresarios, como para los toreros, hay momentos para el ataque. “Soy joven y tengo que aprovechar”, anuncia cuando le inquiero sobre su crecimiento. Estos días anda componiendo la concurso de Zaragoza para la que tiene toros de Partido de Resina, Peñajara, Ana Romero, Julio de la Puerta…

Le saco el tema de los apoderados a Daniel. Él ha tenido muchos, no sé si demasiados o si simplemente los lógicos cuando las carreras de los toreros no mantienen la regularidad que se espera.

-Todo va unido. Todo es consecuencia de todo pero no guardo malos recuerdos. De todos me quedé con lo positivo. En cada momento decidí lo que era necesario y ahora el tema de Carlos me ilusiona mucho. Es un luchador, hablamos el mismo idioma y no me tengo que preocupar de nada. Nos llevamos a las mil maravillas.

-Metidos en reflexiones críticas te diré que siempre tuve la sensación de que padecías el síndrome del estudiante superdotado, del chico que se dice: eso lo arreglo yo estudiando la víspera.

-Vaya si lo he tenido. Ese es el mayor defecto que tiene una persona cuando tiene tantas virtudes. Por eso a lo mejor valdría más tener menos condiciones y tener que apretarte más. Claro que si las tienes y eres capaz de superarte y olvidar que las tienes, si te planteas ser un trabajador y tirar para adelante, entonces seguro que consigues lo que buscas.

-Me hablas de la preparación, del punto bueno en el que has llegado a este comienzo de temporada pero recuerdo que en cierta ocasión me dijiste que toreabas tanto en el campo, tantas vacas, tantos toros, te preparabas tanto, que llegabas a comienzo de temporada atorado, saturado, aburrido…

-Llegaba cansado, sin chispa, sin ilusión, harto de torear. Era de los de llegar a la plaza y matar los dos toros correctamente sin sudar. Nadie me podía decir que había estado mal pero tampoco pasaba la raya que había que pasar ni ponía los pies donde los pongo ahora.

-El sitio donde pone los pies y cómo los pone un torero, es clave.

-Definitivo. Hay que ponerlos al lado del hociquito, con las dos puntas p’alante. Ahí no hay escapatoria. Ahí es sí o sí. Y si no lo haces ya sabes… Si tiras por la calle de en medio no pasa nada, pero nada de nada.

-Y aquí se está para que pase algo.

-Claro. Y si los pones como te digo, pasa lo que en Valdemorillo, que sale todo el mundo hablando.

-Dicho así es muy fácil.

-O eso parece porque luego no es tan fácil y no todo el mundo lo puede conseguir.

-Cerca del hociquito dices, eso significa que esa es tu distancia favorita, muy cerca. Te olvidas de las distancias.

-No, pero eso depende del animal. Te digo eso como norma general, es lo que decían los antiguos. Hablaban de la dirección de las puntas, de ponerse muy de verdad, muy en el terreno de los toros, pero las distancias tienen su importancia. A mí no me gusta darle mucha distancia pero sí soy partidario de la media distancia para que el animal se sienta a gusto y venga relajado, al final depende mucho de cada animal.

LA LUZ DEL TÚNEL

-¿De dónde sale este nuevo Luque… del sufrimiento, de la necesidad, de la rabia, de un proceso natural?

-Del fondo. Cuando uno llega al fondo, y yo llegué al fondo más fondo, allí donde solo se ve la luz del túnel, tienes que reaccionar y si no…

-¿Si no?

-Imagínalo, si no reaccionas, estás acabado. A mí más cosas malas no me podían pasar. A no ser que me quedase preñao, como me decía un amigo, peor era imposible que me fuese, así que me agarré a mi objetivo, comencé a pensar en positivo y me olvidé de todo lo que no me favorecía y aquí estoy. En Valdemorillo salí con ese ánimo, con la misma actitud con la que me has visto en el campo. Salí a disfrutar, a que me saliesen las cosas que estoy entrenando.

-¿Y salieron?

-Sí. Salían de forma natural, que es lo importante, porque cuando salen de forma natural es mucho más real, más de verdad.

-Por cierto, ahí en el fondo de donde dices que vienes, qué hay, desconsideración, desagradecimientos, números rojos….

-Te digo moralmente, porque económicamente puedes estar mejor o peor pero eso no soluciona nada, puedes tener un millón y medio de euros en el banco y no te supone nada si no eres capaz de ponerte donde tienes que ponerte. Es una cuestión moral, de estado de ánimo, de estar satisfecho.

“El toro de Montalvo fue bravo. No fue fácil, pero no hay que quitarle méritos. A mi forma de entender hubo que darle la vuelta al ruedo. Lo que se gana en el ruedo hay que premiarlo. A todos, también al toro”

-¿Y cuando se está ahí abajo la gente es igual de simpática y de cariñosa?

-¡Uf!… Lo bueno es que eso ya lo he pasado. Te digo una cosa, yo he tenido la suerte de equivocarme mucho antes y ahora poder recapacitar. De la misma forma que llegué a ese punto donde se ve la luz del túnel también disfruté de la gloria muchos años y con esa enseñanza por delante ahora no me voy a equivocar. Sabré hacer lo que debo hacer y lo haré. Me podré equivocar pero me equivocaré yo, cuando antes se equivocaron otros por mí.

-¿Te estás refiriendo a los apoderados?

-No, me estoy refiriendo al entorno. A mucha gente que tú crees que es amiga y te está haciendo mal. El torero es del último que llega, por eso nos equivocamos tanto. A veces creo en el refrán ese que dice que más tonto que un torero solo hay dos toreros. Hablo por mí. Por lo que he vivido y por lo que me ha pasado a mí.

-¿Eso supone que traes facturas pendientes?

-Muchas, para pagar muchas. Ahora en serio, no tengo tiempo para pensar en eso ni quiero pensar en eso. Lo único que quiero es demostrar de lo que soy capaz y convencer a la gente que un día dejó de creer en mí y que los que han creído en mí, sigan creyendo. Eso es lo que más importa. Y a partir de ahí, con trabajo y esfuerzo, iré consiguiendo las cosas.

LAS LUQUECINAS DE JUAN PEDRO

-Hay que ver la que montaste con la luquecina, la cantidad de compañeros que la hacen…

-¿Viste?… Se le llama la luquecina pero no la inventé yo.

-¿Entonces?

-Fue cosa de Juan Pedro Domecq. Yo siempre dije que él era mi padre taurino. Fue una persona clave en mi carrera desde que era un niño. Antes de hacer algo, consultaba con él, los apoderamientos casi todos los decidí junto a él. Cuando tenía dudas, cogía el coche, me iba a su casa a charlar y volvía nuevo. Cuando miro hacia atrás le echo mucho de menos, su desaparición fue una pena muy grande.

-La luquecina no saldría en una charla.

-Casi. A él le gustaba mucho torear y lo solía hacer sin espada, cogía la muleta con la derecha, con la izquierda, se la cambiaba de mano y en un tentadero comencé a hacer lo mismo a mi forma y me preguntó si sería capaz de hacer aquello en la plaza. Me lo preguntó allí mismo al ver cómo me salía y le dije que sí, que claro que era capaz. Y aún le dije más, se lo voy a hacer a una corrida tuya y en Madrid.

-Y cumpliste.

-Las cosas que se dicen se cumplen. Se lo hice al toro Calígula, de la corrida de Parladé. A ese toro le corté una oreja y me pidieron la segunda, y al primero le tenía cortadas las dos y lo pinché. Fue una tarde que me valió mucho.

-Te he visto darle unos faroles de pie a una becerra torerísimos que si se lo haces a un toro se arma gorda. ¿Lo ves factible de llevar a la plaza, te ves capaz…?

-Claro que sí. Se pueden hacer perfectamente y claro que soy capaz, solo hay un problema, tengo mucho miedo al ridículo y hasta que no lo tengo muy hecho no me decido. El quite de Valdemorillo, esas tafalleras muy redondeadas lo llevaba ensayando un montón de tiempo y hasta que no vi el toro apto para eso no lo intenté en la plaza. Me salió como yo quería.

-¿Si te tuviésemos que poner una etiqueta, cuál elegiríamos, torero de poder, técnico, artista…?

-Yo no sabría qué decirte pero siempre me señalan la capacidad para resolver en cualquier momento y con muchos tipos de animales. A mí lo que me gustaría es ser un torero largo, que sacase partido a la gran mayoría de toros y sobre todo que diese la mejor versión con el medio toro, que es donde hay que darla. En esa medida de toro es donde hay que dar la talla. Ahí es donde se marcan las diferencias.

-Porque es el que sale con más frecuencia y porque supongo que con el bueno…

-Cuando sale el bueno hay que soltar la técnica y hacer cada uno lo que siente a su forma, con su personalidad. Todos tenemos nuestros buenos argumentos, nuestras armas, depende más de ti, pero con el medio toro hay que poner más, no depende solo de ti.

-¿Por dónde puede llegar tu mejora, por dónde va a crecer Luque?

-Intentando cada día ser mejor persona. Eso ayuda mucho a ser mejor torero. Sin remordimientos en la cabeza, siendo feliz, estando tranquilo… uno es mucho mejor torero y avanza el doble. Y aprendiendo de todo el mundo. Yo soy un enfermo del toreo, busco, me fijo…

-Concrétame.

-Me veo todos los vídeos que caen en mis manos. Trato de aprender de todo el mundo. Del que menos te lo esperas ves cosas que te ganan y que haces propias, yo cojo cosas de todos lados.

-¿De todos?… Entonces…

-Luego eso lo paso por mi concepto, le doy mi personalidad, no se trata de copiar.

-¿La competencia te agarrota?

-Al revés, la competencia me motiva. Torear con un torero que me apriete, con un compañero que toree bien, me beneficia. Cuando un compañero cuaja un toro por delante de mí, me ayuda, me pone en el punto mental exacto.

“He tenido el síndrome del estudiante superdotado que lo deja todo para después. Por eso valdría más tener menos condiciones y tener que apretarte más. Claro que si las tienes y eres capaz de superarte y olvidar que las tienes…”

-Eres muy competitivo.

-Mucho. Mira, antes era competitivo pero con otras ideas, con otros pensamientos.

-¿Cómo es eso?

-Quiero decir que ahora los pensamientos son positivos, constructivos, intento disfrutar desde la barrera, como aficionado. Y cuando uno llega a ese punto, se lo he oído al maestro Espartaco, cuando uno es capaz de disfrutar esos momentos pero teniendo en la barriga lo que hay que tener para cuando salga tu toro rebelarte y tirar para adelante, se consiguen muchas cosas.

-Recientemente lo explicaba en estas mismas páginas.

-A que sí. Pero hay que tener una capacidad como la que tenía él para lograrlo y eso no se consigue en un rato.

-¿Y uno se alegra del triunfo de los demás?

-¡Hombre! Yo no le deseo el mal a nadie, naturalmente. ¿Alegrarse dices?… depende. No va a cortar un tío dos o tres orejas por delante y yo me voy a quedar tan tranquilo. Eso no. También depende de muchas cosas. Yo toreé con Álvaro Lorenzo y me alegré mucho de que saliera conmigo en hombros.

Daniel se apresta a contarme todo orgulloso su relación con Álvaro y lo mucho que le alegró la salida en hombros de ambos en Valdemorillo.

-Para mí fue una ilusión muy grande. Él era un niño en el que no tenían mucha confianza. Yo le llevaba al campo y me decían: Es flojito. Y yo siempre decía: Este va a ser torero. Verle ahora compitiendo conmigo es una ilusión muy grande.

La historia se remonta a los comienzos de Álvaro, cuando siendo apenas un niño le dejaban en Gerena con Daniel para que fuese conociendo el toreo.

-Fíjate si era niño, que lo montaba en la moto y se hartaba a llorar.

-Para ser torero eso no importaría mucho, con no montar en moto resuelto.

-Es que lo montaba para que cogiese valor, para entrenarle el valor.

-¡Cómo!… Explícalo.

-Lo montaba en la moto y le ponía las vacas viejas atrás, casi encima. Las corríamos y cuando se arrancaban, como yo llevaba la moto, dejaba que le pusiesen los pitones atrás, bien cerca, para que se acostumbrase a tenerlos cerca. Él no había visto tantos cuernos nunca y me preguntaba para qué servía aquello, para entrenar el valor le decía yo.

-¿A ti te hacían esas cosas?

-También. Y otras parecidas o peor. Álvaro era muy espabilado. Me veía entrenar un día y al siguiente cogía el capote de la misma forma. Le decía una cosa y en el mismo tentadero lo había corregido. Lo que otros necesitaban dos meses, él lo hacía al instante. Por eso verle ahora a mi lado por la puerta grande me alegró de corazón.

-¿Ha sido la primera vez que habéis salido en hombros juntos?

-La segunda. En Ciudad Real también salimos los dos. Pero siempre he ganado yo, que conste. Se lo dije a él. También le dije que yo no voy a aflojar.

SUS PLAZAS

-¿Qué significa Sevilla para ti?

-Sevilla es todo. Sevilla es mi casa, mi plaza. Reconozco que es una plaza que me quita el sueño. Quiero que me vea en plenitud, como estoy ahora. Es una espinita que me tengo que quitar.

-¿Madrid?

-A Madrid se lo debo todo. Siempre fue mi salvación.

-¿Valencia?

-Una plaza en las que a principio de temporada golpeaba fuerte. Siempre me trataron con un cariño especial.

-Te habrá dolido no estar en estas Fallas.

-No estar en Fallas siempre duele, pero soy consciente de las cosas y sé que me lo tengo que ganar, que no me van a regalar nada y que me van a seguir exigiendo más. Así pues, tendré que dar más, tendré que apretar más y hacer méritos en otras plazas.

-¿Francia?

-Para mí ha sido clave. Sin Francia seguramente no estaría teniendo esta conversación contigo. Bayona, junto con Dax, me devolvieron al circuito, así que imagina. Y no quiero olvidar Nimes, donde tomé la alternativa y le tengo mucho cariño. Este año volví después de un tiempo y volví a triunfar. Tengo muchas puertas grandes e incluso corté un rabo en esa plaza.

-¿La de los seis toros en Bayona el año pasado se puede considerar la tarde definitiva?

-No diría la definitiva pero sí la más emotiva. Pude devolverle a todo el mundo el cariño que me había dado los últimos años cuando más falta me hacía. Yo no tenía otra forma mejor para agradecérselo que con mi espada y mi muleta, y en la plaza, y es lo que hice.

“Ahora paso la raya y pongo los pies donde hay que ponerlos, al lado del hociquito, con las dos puntas p’alante. Ahí no hay escapatoria. Ahí es sí o sí. Si no lo haces no pasa nada y si los pones pasa lo que en Valdemorillo, que sale todo el mundo hablando”

-¿Y visto el éxito este año repites con seis toros?

-Esta vez en Dax y con un plus más, los seis toros serán de Pedraza de Yeltes. Pude regatear esfuerzos buscando otra corrida digamos más fácil, pero no he querido. Quiero seguir mi camino y darle al público lo que quiere ver.

-Daniel, que eso es Domecq…

-Sí, pero cada uno es como dos juntos, dos cuerpos en uno.

-Con esa teoría matarás doce.

-Ponlo.

-¿Y eso cómo se resuelve?

-Prestando especial atención a las alturas, manteniendo la distancia, porque con esos cuerpos has terminado el muletazo y todavía están pasando ellos. A mí me gusta, los entiendo y me gusta.

-Con lo de santacoloma no te ha ido mal tampoco.

-No era un encaste que yo entendiera a pesar de que lo había toreado mucho de niño. Iba con Marismeño a casa de los Buendía, a lo de Ana Romero… pero estos años atrás no terminaba de cogerles el aire a los toros, hasta que me encontré con el de La Quinta de Mont de Marsan, que ha sido clave. Todo el mundo me lo cantó. Fui portada de Aplausos incluso. Yo creo que fue el punto más alto de la temporada.

“Quiero darle al público lo que el público quiere ver. Por eso mato seis de Pedraza. ¿Qué eso es Domecq dices?… Sí, pero cada uno es como dos juntos”

-Este año arrancas en Castellón con los albaserrada de Adolfo, que son como primos.

-Yo no voy a rehuir esas ganaderías. Además, en los momentos en los que hay que tirar hacia adelante lo importante es estar, y en una feria como la de Castellón, tan corta y tan intensa, con todas las figuras, estar puesto es un triunfo. ¿Con qué ganadería?… con la que haya, para mí esa es la mejor.

-Digo yo que la pasta será clave en todos estos avatares, sobre todo para coger moral.

-Eso es fundamental pero no me obsesiona en estos momentos. Llegará, con los esfuerzos y sin fallar en los días clave, eso llega solo. Con esos planteamientos no hay quien te quite tu cacho de tarta.

-¿Es muy grande tu cacho?

-Yo solo te digo que soy ambicioso.

-Esa es una buena arma.

Mano de santo torero: “A más prisa, menos velocidad”

El movimiento de coches ajenos en torno a la casa de Rojas y a la placita de tientas, lo delata. Hoy hay tentadero en El Castañar, la legendaria finca del Conde de Mayalde a caballo entre Mazarambroz y Cuerva, un gran escenario de la biodiversidad, donde se ha consolidado el cruce Contreras-Domecq para dar toros con personalidad. No es una ascensión meteórica ni pretenciosa pero sí constante, sólida, al punto que se puede hablar de un clásico. Todos los años en las mismísimas Ventas suelta toros de triunfo sin que el ganadero esponje el ego.

En estos momentos hay dos ramas en la casa, lo puro domecq vía El Ventorrillo principalmente, con incorporaciones posteriores de Victoriano, Jandilla y Santiago Domecq, y lo cruzado Domecq/Contreras. No son difíciles de distinguir, lo más bastito, dicho así, en diminutivo, no se vaya a asustar nadie, es lo que lleva sangre contreras, que además da las caras más abiertas. Hay más detalles definitorios, que una vaca sea coletera también te da pistas para que la identifiques con tan distinguido y minoritario encaste, el pelaje sardo en cambio te conduce a las compras que hicieron a Paco Medina. Pura solo queda, me asegura el ganadero, una vaca, y, aunque por absorción acabará imponiéndose lo domecq, ya nunca desaparecerá ese toque de personalidad que da el cruce y les distingue del resto de ese encaste.

Rafael Finat nos acompaña a ver la camada. Tres corridas de toros y varios ejemplares sueltos, diría que de los que casan poco con el resto, están preparadas y cuajados para este año. Rafael, hombre de afabilidad acreditada y poco amigo de presumir, me apunta las singularidades: “Mira esos, los dos estuvieron en Zaragoza y los dos volvieron a casa, uno por grande y otro por chico. Y ese otro -señala un mozo imponente, de los que no te explicas cómo pueden caber en una muleta-, seguramente a algún pueblo de tu tierra”. La camada en su conjunto denota abundante y generoso cuido.

Luego recorrimos los cercados de las vacas. En el que llaman Charco del Buey, más de doscientas hectáreas, tardamos en dar con el 35-Hortelano, un semental histórico de la casa, cruzado, hijo de una vaca de contreras y del 118-Tajonero, de Paco Medina. Aparece tranquilón, con andares despaciosos, lo propio entre los que llevan al día las tareas de su oficio. En estos momentos va marcando una colorada que se deja querer llevada por las leyes de la naturaleza.

El Castañar es un paraíso. La biodiversidad castellano manchega, los Montes de Toledo como la marca, llevada al máximo esplendor. De vuelta a la plaza, va a comenzar el tentadero, disfrutamos del vuelo majestuoso de un águila imperial, más allá una segunda parece observarnos -que no se escarrie un urbanita- desde lo alto de una encina; poco después es la carrera veloz de una media liebre, que es como denominan a las que todavía les falta digamos trapío para considerarlas adultas, la que se cruza como una centella por delante del cuatro por cuatro; y llegando a la plaza, Rafael nos señala el cercado de los linces desde donde comienza el trabajo de recuperación más importante del felino más español que estaba en riesgo de desaparecer.

El tentadero no decepcionó, al contrario. Las vacas y los toreros, tanto las mayaldes como Daniel Luque, dieron la talla y confirmaron todas las expectativas que hay puestas en ambos bandos. Hubo variedad, casta y emociones fuertes por un lado; oficio, gusto y torería en el otro bando. El espectáculo llevado a una plaza de toros no tendría precio.

Cuatro vacas coloradas a las que el pelo de invierno no alcanzaba a disimular sus cubiertos riñones, que embistieron con potencia y carácter. Haraposa por ejemplo, ojos achinados, es una característica de la casa, hocico fino y mirada viva, tuvo mucho que torear desde el principio, pedía firmeza y acabó ofreciendo emociones y nobleza. A esa Luque le dio tralla de primeras y buen gobierno para hacerle el toreo caro y a la siguiente, que rebosaba templanza, la acunó con mimo y le hizo toreo de seda. Improvisó quites en todas, escenificó fantasías varias, ocurrencias como chispazos que a los espectadores nos parecen inventos pero que no son otra cosa que la consecuencia de muchas horas de entrenamiento. Y en todos los casos impuso una ecuación que parece inversa y es mano de santo torero: “A más prisa menos velocidad”. Y hay que ver qué efectos tan convincentes.

Fotos: ARANDA

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