Al amigo el antifonario, al adversario por el antifonario y al indiferente se le aplica el reglamento vigente”, es un axioma que le escuché no sé a quién hace ya muchos años. Pero jamás, hasta que aparecieron en el escenario los Sánchez, Iglesias y demás cofrades que han logrado adueñarse en exclusiva de la política española, poniéndolo en práctica, había tenido tan claro lo que significa el aserto de marras. Y gracias a esa manera de actuar, ignoro si el actual inquilino de La Moncloa duerme a pierna suelta o padece de insomnio, pero sus administrados damos vueltas y más vueltas en la cama en el intento de despuntar un sueñecito. Sobre todo los aficionados a los toros y especialmente quienes tienen la base de su “modus vivendi” en la tauromaquia como espectáculo. Léase ganaderos, toreros y empresarios.
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