El Palco

Sesenta pascuas de la alternativa de Camino

Los números redondos del gran maestro de Camas
Rafael Comino Delgado
viernes 10 de abril de 2020

Este año se cumplen varias efemérides importantes en la vida del maestro Paco Camino, uno de los toreros más grandes de la historia; desde luego, el más completo de los que yo he visto y desde 1950 los he visto a todos. Pasó por el toreo siendo figura durante veinte años sin despeinarse, a pesar de que sufrió varias cornadas muy graves, como la de Bilbao un 22 de agosto de 1961 y la de Aranjuez, el 30 de junio de 1980. Pasar por el toreo sin despeinarse es decir que no pisó el acelerador todo lo que hubiese podido porque, como él mismo decía, no tenía especial interés en ser el número uno. Con lo que hacía le bastaba para seguir en la cumbre y mantener su cartel de figurón.

Un personaje de la talla de Manuel Benítez “El Cordobés” dijo en cierta ocasión, en mi presencia y en la de varios profesionales del toreo, que “Paco Camino era el mejor de mi época. Lo que pasa es que iba en una casa grande y no apretaba, pero si hubiese apretado habría acabado con todos nosotros”.

El mismo maestro Camino dijo -está escrito en el libro “Paco Camino: el Mozart del toreo”, de Carlos Abella-: “Yo he sido lo que yo he querido, no lo que el público quería, y eso a algunos les molestaba. Yo estaba bien todos los días por sabiduría, por dominio, por técnica, y otras tardes estaba mejor porque era un día especial o estábamos en Madrid, Sevilla o Bilbao, o toreaba con algún torero que me estimulaba. Yo no he dependido del toro para estar bien… ni tampoco he querido ser el número uno. Siempre que quería estaba bien, que era casi todos los días”. Ha sido, pues, el único torero que triunfaba cuando él lo decidía.

Paco Camino nació ya torero. Solo así se explica que con tan solo diez o doce años destacara tanto como destacaba, pegándole pases a vacas que otros, incluso profesionales, no le pegaban. Camino no tuvo que hacerse, se limitó a perfeccionarse, porque ya nació hecho.

Este 2020, como decíamos, se cumplen varias efemérides muy importantes en su vida. Se cumplen 66 años, número capicúa, que según se dice dan suerte, desde que vistió por primera vez de luces en Cumbres Mayores (Huelva) en 1954, y 33 -también capicúa y justamente la mitad-, desde que se vistió de luces por última vez, en Nimes, el 8 de junio de 1987, para dar la alternativa a su hijo Rafi Camino.

El 17 de abril, dentro de unos días, se cumplirán 60 años de su alternativa en Valencia, de manos de Jaime Ostos, con Juan García “Mondeño” de testigo, y toros de Urquijo. El toro de la alternativa se llamaba Mandarín.

El 4 de junio se cumplen 50 años de su encerrona en Madrid -corrida de la Beneficencia- matando siete toros y cortando ocho orejas, algo no igualado hasta el momento. También este año se cumplen 40 de su reaparición (se había retirado el 1 de abril de 1978 en México) el 10 de mayo de 1980 en Jerez de la Frontera. Y el 14 de diciembre próximo cumplirá 80 años de edad.

Sería de justicia hacer algunos actos conmemorativos de tales efemérides, como homenaje a tan grandioso torero, pero tal y como están las cosas, por ahora, tendremos que esperar porque este virus que embiste por encima del estaquillador y se viene directo al pecho, así lo impone. Pero no debemos olvidarlo y cuando pase esta pandemia, ponernos manos a la obra. Nosotros, Dios mediante, pensamos hacerlo.

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