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¿Como en la Guerra Civil?

Carlos Ruiz Villasuso
viernes 24 de abril de 2020

Mientras la temporada española corre el serio riesgo de pasar en blanco, no queda otra que mirar hacia dónde miran los toros. La única vez en la historia que el toreo se detuvo, fueron tres años, sucedió en la Guerra Civil del año 1936. Entonces, aquellos diestros que pudieron, salieron hacia México para cumplir con su profesión. No había más mercado y tuvieron la oportunidad de torear cuando España se desangraba. ¿Es posible que suceda lo mismo ahora?

La respuesta no depende tanto de lo que vaya a suceder en España. En el pasado era cuestión de imposibilidad en medio de una guerra. Ahora no hay guerra, pero la situación de pandemia seguida de una movilidad social reducida y desescalada va a hacer que, al menos en dos años -contando uno en blanco-, el toreo no tenga mercado. Los contactos físicos en los espectáculos de masas no parece que vayan a ser permitidos pronto.

Más bien depende de México. Yo esperaría a saber cómo se desarrolla el Covid-19 en México. Si la pandemia no alcanza extremos como en España de forma proporcional a su población. Si antes de la llegada de julio se pueden dar festejos. Y, sobre todo, si en el otoño de España, allá por octubre, México está en condiciones sanitarias según su gobierno, para permitir que se celebren espectáculos de masas. Si es así, no les quepa duda de que los toreros españoles estarán ansiosos por torear en México.

Si a México no le van bien las cosas sanitariamente, se debería estar tratando entre “las dos partes” cuestiones relativas a cómo dar salida, en cada lado del charco, a las generaciones de toreros nuevos de los dos países, que son los que más van a sufrir el parón. La Guerra Civil truncó a toda una generación de toreros en España. Que esto no suceda ni allí, ni aquí

Dos cuestiones al respecto. Una, la cotización del dólar, moneda de pago, hace cara esta contratación. Harían mal los toreros de España en ir a México con la pretensión de ganar lo que quedó en blanco en casa. Deberán aceptar unos honorarios acorde con el mercado del peso, con la taquilla, pues esto es lo razonable. Por otra parte, la paridad de contratación al 50 % entre mexicanos y españoles habría de ser revisada.

En este punto, no me gustaría que se resintiera o que se cambiara el paso respecto a las generaciones de toreros mexicanos que han de torear. México no puede permitirse el lujo de dejar al toreo en manos sólo de mis compatriotas. ¿Qué hacer? Llegar a acuerdos. Hacer de esto un cante de ida y vuelta, por ejemplo. Consensuar que en España, para los próximos años, haya una presencia mexicana mayor que la que hay ahora. Que no existe. Las soluciones a los problemas pasan por acuerdos entre los dos países. No es lógico que el mercado mexicano adopte lo español y que no haya contraprestaciones de alguna manera. Pero todo queda en manos de los que deciden.

Y quizás, avanzo, si a México no le van bien las cosas sanitariamente, se debería estar tratando entre “las dos partes” cuestiones relativas a cómo dar salida, en cada lado del charco, a las generaciones de toreros nuevos de los dos países, que son los que más van a sufrir el parón. La Guerra Civil truncó a toda una generación de toreros en España. Que esto no suceda ni allí, ni aquí.

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