POR GONZALO I. BIENVENIDA

Dámaso Gómez: poderoso concepto y guerrero espíritu

Gonzalo I. Bienvenida
sábado 02 de mayo de 2020

El maestro Dámaso Gómez ha fallecido este sábado en el Hospital Clínico de Madrid a consecuencia de un ictus. Nació en Madrid el 1 de abril de 1930, los mejores años de su trayectoria llegaron en los setenta cuando se convirtió en un especialista de las ganaderías duras. Manejó con facilidad el capote -muy variado-, fue un comprometido banderillero y un poderoso muletero. La espada produjo que su carrera estuviera plagada de altibajos.

Se vistió de luces por primera vez en Lillo (Toledo) en 1947. Debutó en Vista Alegre (Madrid) en 1949 y un año después haría lo propio en Las Ventas y en La Maestranza. Su debut en la Monumental venteña logrando una oreja le permitió torear hasta en trece ocasiones como novillero, sumando a aquel trofeo ocho vueltas al ruedo.

Julio Aparicio le dio la alternativa en presencia de Manolo Vázquez en Barcelona el 25 de mayo de 1953. En la ciudad condal caló por su poderoso concepto y por su guerrero espíritu. Confirmó la alternativa un año después en Las Ventas con Rafael Ortega como padrino.

Una tarde del agosto de 1967, cuando su carrera se había diluido por el escaso número de festejos, resurgió en Las Ventas cortando una oreja. Al año siguiente debutó en la Feria de San Isidro a los 14 años de alternativa para torear la corrida de Miura. Su tranquilidad pese al peligro de los toros impactó en los tendidos. En ese año 68 su carrera comienza a coger ritmo de nuevo, su honradez profesional le permite convencer a los públicos más exigentes, pero al mismo tiempo cae herido en tres ocasiones. Terminó aquella temporada matando la primera corrida que Miura lidiaba en Ecuador. Sus particulares desplantes, agarrando con las manos los dos pitones, quedaron grabados en la memoria colectiva. No sólo fue capaz de poder a los toros si no que, con la mano izquierda, logró pasárselos por la barriga sin inmutarse.

El 69 estuvo marcado por las cornadas, especialmente la de Zaragoza -de carácter muy grave- y la de Bilbao. En el año 70 vuelve a lograr un trofeo en Madrid, esta vez de un toro de Murteira Grave en agosto. El verano del 72 de nuevo le guardaba su mayor gloria: abrió la puerta grande de Las Ventas tras cortar dos orejas a un toro de Victorino Martín. En 75 logra una oreja de un miura y otra de un murteira en Madrid, de nuevo la espada impidió mayores glorias.

Pese a alcanzar la cumbre de su carrera y de contar con el respeto de los aficionados, entre 1972 y 1981, año en el que se despediría de los ruedos, sus contratos no superan la decena por temporada.

José Luis Suárez-Guanes defendió siempre la figura de Dámaso Gómez por su integridad, catalogando como injusto aquel apodo de sus primeros años “El Luis Miguel de los pobres” y él prefería llamarle “El rey de los modestos” o “El león de Chamberí”. El torero de Chamberí logró mostrar su acentuada personalidad en esas corridas tan duras de los años 70 compartiendo cartel con toreros como Limeño, Andrés Vázquez, Andrés Hernando, José Falcón o Ruiz Miguel. Sus plazas fueron las de Madrid (tanto Vista Alegre como Las Ventas), Barcelona y Salamanca.

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