El Palco

La Fiesta no se defiende sola

Rafael Comino Delgado
jueves 14 de mayo de 2020

En 2010, el maestro Enrique Ponce, en un acto organizado por el diario La Razón, dijo: “La Fiesta Nacional es tan grande que se defiende sola”, frase que hizo fortuna y se repetía con cierta frecuencia entre las gentes del toro. Entonces estuvimos de acuerdo en que es muy grande, pero no en que se defienda sola.

Enrique Ponce, y quienes pensaban igual, sustentaban su afirmación en que el toreo es un arte tan puro, tan difícil, tan verdadero, tan profundo, que por sí mismo se defiende. Sería algo parecido a si decimos que “la música de Beethoven no necesita que nadie la defienda, pues es tan bella y tan buena, que por sí misma se defiende”.

Un ejemplo: programemos un concierto de música de Beethoven y otro de Bisbal, Enrique Iglesias o alguno de los muchos grupos que hay por el mundo y que yo desconozco en la misma ciudad, a la misma hora y gratis ambos. Al de Beethoven no irían más de quinientas personas y al otro muchos miles. No es que la Fiesta no se defiende sola, es que incluso si todos los taurinos la defendiéramos, no estoy seguro de que fuera suficiente para que perdurase. Como decía el Premio Nobel de Medicina, Santiago Ramón y Cajal, “en arte no importan el modo sino la moda”, y por muchos valores y autenticidad que tenga, el toreo no está de moda en gran parte de la sociedad.

La Fiesta nació del pueblo llano, del pueblo español, es por tanto una tradición nuestra de siglos, está arraigada en el pueblo y se ha extendido a otros países de nuestra cultura, a Portugal y a Francia. Los franceses la copiaron y tomaron como suya, la cuidaron, la defendieron, hasta el punto de que tiene, en el país vecino, gran pujanza. Lo han sabido hacer muy bien, entre otras razones porque han contado más con el aficionado que en nuestro país.

En España, en cambio, ha ido a menos por muchas razones que sería largo enumerar pero que están en la mente de los profesionales y los aficionados. Poco a poco nos han ido invadiendo costumbres de otras culturas a las que no hemos sabido hacer frente, muchas de ellas abiertamente contrarias a la Fiesta, lo cual, unido a que hemos padecido y seguimos padeciendo demasiados políticos antitaurinos por convencimiento o por intereses inconfesables, ha llevado al toreo a un peligro real, no sé si para desaparecer pero sí para quedar como algo bastante residual en algunas regiones españolas.

Es así lo miremos como lo miremos y para evitar que se haga realidad tenemos la obligación de defenderla pero con hechos, no solo con palabras. La pregunta es: ¿quién debe defenderla? En primer lugar, el Gobierno, puesto que es Patrimonio Cultural Inmaterial de España, aunque eso es pedirle peras al olmo. Y luego, todos los taurinos, empezando por los profesionales que viven de ella, y los aficionados.

Y la tenemos que defender partiendo de unas premisas básicas, indiscutibles. Son estas:

1. La ideología del Gobierno actual no quiere al toreo, pero no solo no lo quiere sino que lo odia y lo desprecia. A los taurinos nos considera ciudadanos de segundo o tercer nivel, algo así como seres inferiores, salvajes, con los que no vale la pena ni relacionarse. Por tanto, nada bueno podemos esperar de ellos, por mucho que nos proteja la ley.

2. A veces oigo o leo a algunos que dicen, refiriéndose a que el Ministerio de Cultura ha dejado al toreo sin ayudas, ¡nos ampara la ley! Pero, ¿están en las nubes? Nos está quitando derechos y libertades cada día de forma descarada. Entérense de una vez aquellos que todavía están en la inopia: “Para ellos los taurinos somos apestados que además no les planteamos problemas, no nos respetan ni respetarán”.

3. Como los interesados en que la Fiesta perdure somos los taurinos, nosotros somos los que tenemos que defenderla y o lo hacemos ya o mañana puede que sea demasiado tarde.

4. Esta situación no es pasajera, es una tendencia que durará muchos años, por tanto no puede bajarse la guardia ni un solo día. Si dentro de unos meses hubiese elecciones y saliese un gobierno no antitaurino, tampoco deberíamos relajarnos. Habría que seguir defendiéndola con toda la energía posible y muy especialmente dando siempre a los aficionados mucha verdad. Esto no es un arte de mentira, de pantomimas, es de mucha verdad, por eso los profesionales lo primero que tienen que cuidar, y mucho, es a la afición, tercer pilar fundamental para que el toreo sea una realidad, para que perdure en el tiempo. Y la mejor forma de cuidarla es dándole verdad.

5. La defensa que demandamos solo puede llevarse a cabo mediante la unión total, sin fisuras, de los profesionales primero y de estos con la afición a través de peñas, tertulias y entidades que representen a los aficionados.

6. La defensa ha de ser por todos los cauces legales y haciendo que se nos oiga en las administraciones, en los juzgados y en la calle. ¿Qué hacemos para que se nos escuche? Siéntense, hablen, estrújense el cerebro, diseñen estrategias y llévenlas a cabo, pero exijan por los medios que hagan falta para que se nos respete.

7. Finalmente, cada vez que haya elecciones, sean generales, autonómicas o municipales, debemos recordar que hay una ideología, unos partidos políticos que no nos quieren, nos odian y nos desprecian. Si algún taurino echa su papeleta para uno de esos partidos tiene un serio problema mental, no es realmente taurino o antepone otros intereses a su sentimiento.

La Fundación del Toro de Lidia parece ser que está liderando la defensa del toreo, pero yo no sé si recibe apoyo suficiente de todos los colectivos del mundo del toro. Que nos cuente la verdad de lo que pasa.

Actuar con educación y respeto está bien pero ante quien nos respete. Y por lo visto hasta ahora, ni el ministro de Cultura ni el Gobierno respetan lo más mínimo al toreo. Si no somos capaces de exigir nuestros derechos donde haga falta y que se nos trate igual que a los demás, es que no lo merecemos. Apliquémonos la reflexión del filósofo griego Platón: “El hombre que no arriesga nada por sus ideas, o no valen nada sus ideas o no vale nada como hombre”.

Echo en falta una defensa más activa, más firme y más decidida. Si los profesionales toman el liderazgo de esa defensa con determinación, los aficionados les seguiremos hasta donde haga falta.

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