La Pincelada

¡Reacción, reacción… y ataque!

José Luis Benlloch
jueves 21 de mayo de 2020

Al fin llegó la respuesta adecuada desde el mundo del toro. Una respuesta coordinada, sin altanerías, con argumento, actual, ejemplar en cuanto se aleja de los métodos de trágala y ninguneo que nos aplicaban desde el gobierno. Con el tiempo justo, pero llegó y ahora toca estar con los que han asumido la estrategia de defensa y ataque desde nuestro lado.

No cabía esperar más pero estamos a tiempo. El segundo aliento del toreo va a ser el que nos dé la victoria. Nos sobran razones y derechos. Y usted señor ministro, a reírse a otra parte, dimita por sectario e injusto

Era necesario. Urgente. Vital. Hacía tiempo que no corrían buenos vientos para el toreo. No hace falta recordarlo porque siguen azotándonos el orgullo y las carteras. No son buenos para nadie o solo para unos pocos que van haciendo su camino. Me refiero a los que dicen que no hay un plan B, que son ellos o ellos, y seguramente tengan razón. No hay plan B porque el plan es ocultar el auténtico plan A. Y en esas están/estamos una semana más aficionados y profesionales. Contra las cuerdas. Con el aliento entrecortado. Con los pespuntes del desprecio a punto de descoser nuestras entrañas. Con las ganaderías camino del matadero, con las necesidades vitales (hambre) llamando a las puertas de los profesionales, con las persianas de las empresas bajadas. Con la gente del toro discutiendo entre ellos si son galgos o podencos. Poniéndole peros a los que se acercan (pocos) a ayudarnos. O encastillados en los estereotipos de buenos o malos si sirve la simplificación cuando es evidente dónde están los malos: enfrente, acaso no sienten los tiros. Quiero entender que todo ello sucedía con la mejor intención, pero suceder sucedía. En esa tesitura y sin organización, al menos hasta ahora, sin un estado mayor, sin un gabinete de gobierno capaz de montar una estrategia de defensa pensada y cada vez más urgente, no había horizonte ni esperanza de futuro.

No es un posicionamiento extremo ni un ataque de pesimismo, es una evidencia. No avanzamos, quiero decir no avanzábamos. Nos faltaba el aire y no avanzábamos, al contrario. Diría que también nos faltaba el ánimo, si reconocerlo no fuese ir contra nosotros mismos y le diese vuelo a ellos. Y qué decir de cuánto nos fallaba y sigue fallando la economía y lo mucho que echamos a faltar más apoyo social, aunque es comprensible teniendo en cuenta una lógica jerarquía de urgencias, en esta situación que no se acuerden de los toros teniendo lo que tienen en casa, cada uno en la suya, es comprensible, duele pero se puede comprender.

Lo que nos rebela y no comprendemos, o sí, son las agresiones a nuestros derechos de quienes tienen la obligación de velar por todos. Lo último ha sido la pirula del Ministerio de Cultura. Algo propio de burlangas. Menos mal que son los cultos. Gente que se pavonea con ínfulas de una superioridad moral que evidentemente no tienen. Hicieron creer que iban a dar lo que no pensaban dar. Y picamos. Somos de carril. O lo hemos sido. Hubiese bastado con interpretar la vacuidad oral del ministro en aquella primera declaración para no tomar el engaño pero… tomamos los vuelos. Nos pillaron por las ganas de creer, porque necesitábamos creer. Luego salió el decreto de los subsidios a los artistas, la norma para echar una mano a la gente de la cultura en el que se nombraba a todos menos a la gente de los toros y nos ofendimos, creímos, nos vendieron que era cuestión de estrategia política, un intento para evitar roces con los socios abolicionistas: era aceptar algo así como el elemental dame pan y dime tonto y aceptamos; un ninguneo más, nos dijimos, pero la realidad ha sido mucho más cruda que un agravio, ha sido una cuchillazo fatal, no uno, dos, porque volvieron a sacar otro decreto de ayudas y volvieron a obviar a los profesionales del toro. Nos han hecho el teléfono, nunca mejor dicho, teniendo en cuenta que no dejan ni que nos acerquemos al ministerio, teléfono, teléfono… mucha call que dicen los modernos.

Luego, por si había dudas, llegaron las declaraciones sobre la incomodidad de Iglesias; los señalamientos a los toreros como golpistas cuando los auténticos golpistas son ellos; los ataques a bayoneta calada de los últimos días en las redes en lo que parecía un ataque final. Comenzaban a zarandearnos como guiñapos. Las respuestas cargadas de voluntarismo e aisladas no surtían efecto.

Eso ha sido así hasta hoy, en que al abrir las redes se advierte un aire nuevo. Quiero pensar que se trata de ese segundo aliento que sacaban los púgiles al borde del KO definitivo que acababa dándoles la victoria. Organizados y unidos aprovechando los canales de La Fundación, a tomar viento las rencillas internas, se ha comenzado la defensa razonada y lógica. Las armas parecen estar claras: unión del sector, mucha presión, activismo, derechos y argumentos que tenemos de sobra desde los más elementales a los más sofisticados… Dicho de otra forma, organización, cabeza y constancia y para eso hacía falta, si no un mando único como ellos, sí un estado mayor que piense y actúe. Ya lo tenemos. Felizmente, parece que al fin se ha entendido. Nunca es tarde. Que nadie se baje del barco, aparquen los egos. Todos vamos a ser pocos.

Con toda esta ilusión renovada se me estaba olvidando pedir la dimisión del ministro de las palabras vacuas y las carcajadas -¿con lo que está cayendo cómo se puede reír de esa forma un ministro en plena sesión parlamentaria?- que dimita por sectario e injusto y por su extraño sentido del humor. No le deseo ningún mal, pero menos aún a los españoles, así que dimita y ríase lo que quiera en su casa.

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