TARDES PARA EL RECUERDO
Alternativa de Juan Posada, de manos de Agustín Parra "Parrita".Alternativa de Juan Posada, de manos de Agustín Parra "Parrita".

Parrita doctora a Juan Posada en la isidrada de 1952

Redacción APLAUSOS
jueves 11 de junio de 2020

El 14 de mayo de 1952 Agustín Parra “Parrita”, en presencia de Miguel Báez “Litri”, doctoró a Juan Posada en la plaza de Las Ventas. Le cedió la muerte de Granadillo, un toro de Alipio Pérez Tabernero que, como sus hermanos, deslució el esperado espectáculo. El público había agotado las localidades, pero salió desencantado de los escaños de Las Ventas. Ya saben aquello de corrida de expectación…

El resultado de aquel primer festejo de la isidrada fue “funesto”, según escribió Giraldillo en su crónica de ABC. “La plaza estaba llena; la fiesta comenzó con la taquilla cerrada. Había interés, expectación. La alternativa de Juan Posada y la presentación de Litri justificaban la afluencia de público. Se esperaba una fecha para los anales taurinos…”. Pero asomó el fiasco. Y lo hizo por chiqueros: “Ninguno de los seis toros tuvo temple, ninguno embistió bien. En suma: incómodos para los toreros e intolerables para el público. La serie -se refería a la serie de once festejos de San Isidro- ha tenido un comienzo desgraciado”.

El toro del doctorado atendió por Granadillo, número 33, negro. “Posada toreó a la verónica admirablemente. Lento, cargando la suerte, templando el tiempo medio con suma gallardía, para rematar con media de esas que en el revuelo apretado y lento abren la llave de los ¡oles! En el quite, hecho con el mismo gran estilo, se repitió la ovación a Posada. Parrita le cedió los trastos, y allá fue Juan, vistiendo de blanco y oro, para brindar al público el toro de su alternativa. Empieza en el tercio del 9 con breve trasteo. Sale en seguida para situarse en el tercio del 1-10, y allí cita, de espalda a la querencia natural, sobre largo y con la muleta plegada. Acude el toro. Dos naturales estupendos. Cuando va a engendrar el tercero, el toro no toma la muleta y le derriba. Se levanta sin acusar el desavío. El toro está muy quedado. Juan torea con la derecha muy guapamente en el centro de la plaza, poniendo toda su alma en la faena. Más apagado el toro, no ayuda cuando Posada entra recto y despacio, para pinchar en lo alto (…) Y aquí terminó la corrida. Lo demás, un escándalo”. Del malo.

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