"¿Y esto es antiguo o no?... vino a decir Manzanares con el desplante y con la plaza dividida entre los que lo entendieron como provocación y los que lo consideraron oportuna genialidad".Santiago Esplá, torero de dinastía, ha querido mantener el tono taurino del día más torero y más alicantino del año, San Juan, y ante la imposibilidad de una tarde de toros real -¡maldita pandemia!- ha recurrido a los últimos medios telemáticos y ha recuperado vía YouTube una tarde histórica, la del 4 de agosto de 1984, toros de Manolo San Román para José María Manzanares, Luis Francisco Esplá y Juan Antonio Esplá. Cortaron tres orejas por coleta pero advierto que los números fueron lo de menos. El festejo fue un canto a la torería, a la competencia y al mejor toreo que se pueda imaginar y que por esta vez se producía con la marca Alicante, un pulso que se sintió durante años mucho más allá de los territorios que domina el Benacantil.
Compitieron no dos toreros ni tres, fue cosa de dos familias, más aún, compitió una ciudad que ya llevaba un tiempo gloriosa y toreramente dividida. A la hora de que sonase el himno de Hogueras en el paseo, aquel día solo había una certeza, que se impusiese quien se impusiese se imponía Alicante. También contaba una bonita singularidad que lo hacía todo más diferente y por ende más interesante. Habitualmente en las competencias están repartidos los papeles, el valiente y el artista, el clásico y el populista, en este caso nadie se salía de la ortodoxia, era el clásico frente al clásico o mejor dicho los clásicos frente a los clásicos sin renunciar al contraste porque los tres tenían una personalidad muy acusada.
“Aquella tarde los hermanos Esplá escenificaron una coreografía deslumbrante en quites, inimaginable en quien no los viese”. Foto: @julianhibanez
Fue aquella, la que vamos a poder ver gracias a la iniciativa de Santiago Esplá, -¡cuánto pagaríamos por verle en trances parecidos!- la tarde en la que los hermanos Esplá escenificaron una coreografía deslumbrante en quites, inimaginable en quien no los viese, también en banderillas, en su andar por la plaza, fue la exposición total de todas las lecciones que había transmitido el maestro Paquito Esplá a sus hijos. Fue la misma tarde en la que el maestro Manzanares, que por momentos también había bebido en aquellas mismas fuentes, rebuscó en sus entrañas toda la motivación de la que era capaz de generar su alma de artista para no quedar atrás. Sí, aquella tarde en la que se sentó en el estribo con cierta sorna o eso parecía para ver banderillear a sus paisanos, el mismo día que se tumbó delante de su segundo toro en un desplante decimonónico al estilo Fabrilo, en unos momentos en los que tanto se les valoraba a la competencia la reedición de suertes antiguas. ¿Y esto es antiguo o no?… vino a decir con la plaza dividida entre los que lo entendieron como provocación y los que lo consideraron oportuna genialidad.
Al final no hubo vencedores ni vencidos: los manzanaristas salieron de la plaza siendo más manzanaristas que cuando entraron y lo mismo cabe decir de los devotos de los Esplá y aún diría más, ni entonces ni siquiera ahora quedó claro cuál de los dos Esplá era mejor. Muchos apostaban en este caso por Juan Antonio, “El bueno es Tono”, decían y yo no voy a decir que tuviesen razón o no, pero sí que tenían argumentos suficientes para defender su postura.
Este 24 de junio, tarde de San Juan, gracias a la iniciativa de Santiago, lo vamos a ver. Fue una gozada que no ha perdido interés. Alicante en lo más alto.
