La Revolera

Tarde histórica de Pablo

Paco Mora
miércoles 08 de junio de 2011

Importa mucho más poner las cosas en su sitio en la Fiesta que incomodar o no a un presidente, e incluso a todos los presidentes. Por eso hay que decir claro y fuerte que el que se sentó esta tarde en el palco de Las Ventas tiene acreditada su falta de sensibilidad…

Importa mucho más poner las cosas en su sitio en la Fiesta que incomodar o no a un presidente, e incluso a todos los presidentes. Por eso hay que decir claro y fuerte que el que se sentó esta tarde en el palco de Las Ventas, tiene acreditada su falta de sensibilidad para juzgar la labor de los toreros de a pie, pero se me antoja que en cuanto al arte del rejoneo no tiene ni pajolera idea, que es peor. Hermoso de Mendoza ha protagonizado una tarde histórica. Nunca nadie lidió a caballo dos toros con la enjundia y el arte con que lo ha hecho hoy el navarro en Madrid. Y el presidente-policía o viceversa, que tanto da, le ha impedido que celebrara con una puerta grande la tarde en que ha rayado a más altura en la primera plaza del mundo. Es cierto que en su segundo, empeñado en ejecutar la suerte suprema con pureza, todo quedó en una ovación con el público en pie, después de seis pinchazos. Eso es lo que importa y no que el presidente le negara la segunda oreja en su primero, pedida con fuerza por el respetable, como se la ha negado este San Isidro y el pasado y el otro a varios matadores de toros para los que, los que pagan y tienen más derecho a opinar y decidir que nadie, exigían los dos trofeos auriculares rabiosamente. ¿Cuándo un hombre solo va a dejar de tener derecho a decidir por 25.000 personas, si un torero a caballo o a pie debe abrir la puerta grande de una plaza de toros? Hermoso de Mendoza ha salido moralmente en hombros, y esta noche soñará con caballos alados cabalgando entre las nubes del cielo, y quien le ha impedido que goce del reconocimiento total de su gran tarde puede que sueñe que es un “diosillo” del toreo que decide qué torero va al cielo y cuál al infierno. Claro que dentro de cincuenta años mucha gente se acordará todavía de las dos faenas de Pablo en Las Ventas en el día de hoy, y nadie se acordará de quién presidió el histórico acontecimiento. Andy Cartagena y Leonardo le deben al fallo con los aceros no haber tocado pelo, porque méritos han hecho sobrados para ello con el buen encierro de Los Espartales. Señor presidente, jubílese hombre de Dios, jubílese. Y si no, por lo menos tómese un descanso. Porque ya se sabe; a falta de pan buenas son tortas…

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