Perera arrancó donde suele pero no como suele: en Olivenza pero sin triunfo redondo. Las famas se hacen, se ganan y viven luego solas. Una de las famas de Miguel Ángel Perera es arrancar sin freno y con fortuna en Olivenza y en ambiente de bonanza: paisanaje a favor y seducido hace un puñadito de años. Como descorchando vinos espumosos de tierras cercanas: ese champancito bueno de Almendralejo.
Antes estaba solo Antonio Ferrera, pero el toreo en Extremadura ha crecido y se ha multiplicado pródigo durante la última década. Gran cosecha. Proceden los matices. Buena tierra vinatera, Almendralejo es patria chica de un torero refinado: Luis Reina, que estuvo a puntito de ser figura del toreo hace veintitantos años. Tenía calidad. O un regusto sevillano. Taurinamente, Extremadura -y se sobrentiende Badajoz provincia- es tributaria de Sevilla y no de Madrid ni de Salamanca. O lo fue. Cuando Reina.
– Se oye decir de Perera: “…es que les puede a los toros demasiado”. O les puede antes de tiempo. Y no se sabe si eso es un encendido elogio o una reclamación. Perera necesita más toro que la mayoría de los toreros mayores del escalafón. Lo cual debe entenderse como una virtud
– Para no pocos el torero que mejor se ha consolidado en el último curso ha sido Daniel Luque. El que más ha crecido: por dentro, por fuera, el corazón, la cabeza, la personalidad. El que mejor ha cumplido el propósito de irse poniendo en figura del toreo sin aparente esfuerzo
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