Las Verdades del Barquero

Uno de enero

Barquerito
domingo 25 de diciembre de 2011

La puntualidad es en Pamplona proverbial. Antes de Navidad se cumple como rito puntual el anuncio de los ocho hierros de la Feria del Toro. La Meca -la Casa de Misericordia, que trama y teje por libre la feria- es dada a jugar bazas de sorpresa al contratar toreros. Pero en punto a toros no caben experimentos y no se hacen. Hay un respeto sagrado por las tradiciones: no es fácil colarse en el elenco de ganaderos de Pamplona, pero es difícil salir una vez que se ha entrado.

San Fermín se sostiene sobre un preciso engranaje invisible: se controlan metódicamente los registros de encierro: velocidad, previsibilidad, percances de corredores y de… ¡toros!, porque el encierro es también para el toro un riesgo. Se miden hasta las hechuras y el peso potenciales. Es falacia interesada la idea de que el toro de Pamplona se proclama solito en el campo: serían, así, los seis, siete u ocho más ofensivos de cada camada.

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