La Revolera

Y la Fiesta sigue…

Paco Mora
lunes 28 de junio de 2010

Abucheo se llamaba el “juanpedro” de la alternativa de Dámaso González, ante el que, pasadas las seis y media de la tarde del domingo día 20 de junio, Francisco Rivera Ordoñez, que se anunció como Paquirri en los carteles en homenaje a la amistad entre su padre y el toricantano, armó matador de toros al hijo del “rey del temple” y del valor a palo seco…

Como testigo actuaba José Mari Manzanares, hijo de uno de los toreros que ha toreado con más gusto y mejor sentido de la colocación desde que uno comenzara a ver toros hasta ahora. El “Niño de la Capea”, Sebastián Palomo Linares y Manolo Lozano último apoderado del “león de Albacete”, acompañados por sus respectivas familias, hicieron piña con los González en la chata albaceteña.

La emoción afloraba en los tendidos a cada pasaje de la corrida. Los nombres del cartel, pintado por Ramón Ortiz, nos retrotraían a cuarenta años antes, cuando aquellos tres espadas eran santo y seña del toreo en todas las plazas de España. ¿De quién fue la idea de reunir en un cartel actual esos tres nombres? Ni lo sé ni me importa. Pero tres hijos del cuerpo volvieron a llenar de dignidad torera el ruedo albaceteño tantos años después. Paquirri había compartido cartel con Dámaso padre en la Feria de Albacete a mediados de septiembre, pocos días antes de que “Avispado” de Sayalero y Bandrés lo introdujera en la inmortalidad de una certera cornada.

Los ojos de los hijos de los padres que admiré tanto brillaban con la emoción del momento. La historia de una época del toreo, todavía impregnada de romanticismo, bullía por sus venas. Lo de menos fue el resultado. Poco importaban los trofeos. Lo esencial era comprobar que la Fiesta sigue. Que otra vez, un Rivera, un González y un Manzanares eran capaces de hacer vibrar la fibra imperecedera del toreo. Gracias les sean dadas.

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