La semana ha tenido pocos sobresaltos. A taurinos me refiero, claro. Y si pasó algo lo absorbió la dormidera mediática y abusiva del clásico, un aluvión capaz de hacer espectáculo de lo que es un drama universal: que si el primer anillo de seguridad, que si el segundo, que si mil policías, que si dos mil, que si el alquiler de una torre para verlo mejor, que si cuatro goles que pudieron ser seis... ¿Cuánto cuesta, cuánto instruye y eso no es subvención?... Y nadie se queja, al contrario. Tampoco quisiera eso para el toro. Aun así hubo tema taurino. La consolidación de la Fundación pongo por caso, que sigue avanzando. Están en una fase de reforma estatutaria para así poder incorporar a toreros y empresarios a lo que hasta ahora era territorio exclusivo de los ganaderos. Hasta es posible que cambie la denominación para pasar de llamarse Fundación del Toro a Fundación de la Tauromaquia y desde luego incorporará nuevos nombres a los puestos directivos. ¡Uf! Tienen apalabrado ya un gabinete jurídico importante además de una agencia de comunicación de las que se supone que tienen entrada en los grandes medios. Y tienen diseñada una irrupción pública muy inmediata, sonora y espectacular, con acciones muy concretas contra mentirosos y difamadores con el rescate de Mallorca como objetivo prioritario. No estaría mal. Hay que desenmascarar a los farsantes, a los que prohíben donde no tienen facultad para prohibir y tocarles el bolsillo a los que gustan de insultar y tocarnos las narices. Sería una justa correspondencia. Y desde luego sería un chute de credibilidad para la nueva Fundación.
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