FUNDACIÓN CAJASOL

Ortega y Aguado, en la senda de Pepe Luis Vázquez

Carlos Crivell
jueves 24 de febrero de 2022

Comenzaron los actos organizados para celebrar el centenario de Pepe Luis Vázquez. El auditorio de Cajasol se llenó ante el atractivo del cartel anunciado con Juan Ortega y Pablo Aguado, que charlaron con Álvaro Acevedo sobre la tauromaquia del maestro de San Bernardo. Fue una conversación a tres bandas que tuvo como elemento conductor la proyección de una serie de imágenes de Pepe Luis en las que se podía analizar y admirar su estilo torero. Como se dijo, fue un encuentro a tono con el torero de la naturalidad.

Se habló mucho del hilo del toreo, de la manera en que cada etapa ha seguido los invisibles hitos marcados por los antecesores. En este punto, Ortega habló de Belmonte y de Chicuelo, lo mismo que introducía la palabra “profundidad”. “Pepe Luis ha sido el torero más profundo de todos los que han seguido la línea marcada por la escuela sevillana” comentó Ortega. Terció Aguado en que “fue un torero con una gracia y una naturalidad únicas, pero lo que más admiro es su inteligencia. Conocía los toros a la perfección”.

Las imágenes mostraban a un torero cargado de levedad, pero adornado por la serenidad de cuerpo, las plantas asentadas y el conjunto lleno de armonía, bien en lances gráciles, recogiendo al toro de lejos, mandando en su embestida; o en el toreo al natural con muletazos en los que su mano extendida sujeta el palillo con dos dedos, por no hablar de las más reconocidas chicuelinas i los kikirikís.

De pronto apareció la palabra miedo. “Todos los toreros tenemos miedo”, dijo Aguado. “Es más, para torear bien, hay que pasar miedo”, apostilló el sevillano. Ortega puso énfasis en otra de las características cardinales de Pepe Luis: “Nos enseñó que el sentido de la medida es esencial, saber medir las faenas, pero para eso tienes que conocer muy bien al toro”. Ese sentido de la medida que han tomado como norma estos dos toreros que han aportado aire fresco a la tauromaquia andante.

Se sucedían las fotografías en plazas de categoría, Sevilla, Pamplona, Madrid, ante lo que dijo Aguado que “es tan grande que te llega a emocionar incluso viendo una foto. Se aprecia su difícil facilidad”. Se comentó con detalle una fotografía de un recorte por bajo en la que el torero descarga la embestida con absoluta facilidad, sin ninguna brusquedad.

“Pepe Luis no es más que armonía. Para torear de una forma tan natural hay que tener mucho valor, hay que dejarse llegar mucho los toros y engancharlos. Darle la oportunidad de que elija tu cuerpo o la muleta”, comentaba Aguado. Ortega remataba sobre los pases de pecho del maestro: “Hay que barrer el lomo del toro con la muleta, sentirlo, irte con el animal. Los pases de pecho a la hombrera contraria no me llenan”.

Y con estas charlas entre toreros transcurrió la deliciosa velada. Al final, una película y otra fotografía. El torero, ya retirado, toreando en campo con una pureza insólita. Y la imagen con sus hijos cuando les enseñaba a torear con el capote. Puede que faltaran algunas cosas, pero lo que sucedió fue suficiente. Ortega y Aguado no fueron a Cajasol a hablar de su próxima corrida de Resurrección, lo hicieron para rendir homenaje a gran Pepe Luis. Sevilla vestida de luces, según se recoge en el libro ‘Pepe Luis Vázquez, torero de culto’.

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