Otoño suena a final, a despedida, a adiós a las tardes de toros, a media verónica de cierre, y sabor a nostalgia. Un día se inventaron en Madrid la Feria de Otoño. Y fue un buen invento porque siempre tuvo Madrid toreros a los que acompañar en ese último ciclo del año. Antoñete fue un clásico. Le gustaba hacer el paseíllo en esos otoños unas veces plácidos, cálidos y menos ventosos que la primavera, aunque también hubo ocasiones en que vestirse de luces en esas calendas y en Madrid era una heroicidad.
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Otoño dorado en Madrid
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