Las VIII Jornadas sobre el Ganado de Lidia se clausuraron ayer En Pamplona con un emotivo homenaje al diestro Juan José Padilla, quien, como si de un ruedo se tratara, saludó con torería para corresponder a la cerrada ovación que el público le tributó; sinceros aplausos que recogió tras la exposición de un vídeo que recogía su biografía y su trayectoria torera, realizado y glosado por los veterinarios Antonio Ruiz y Antonio Moreno.
El diestro jerezano comenzó su intervención con las siguientes palabras. “Tengo que confesar que si bien recibido he sido en todas las plazas de toros, la de Pamplona ha sido donde mayor emoción he sentido. Gracias, Pamplona, por el cariño y el respeto recibido. Gracias al tendido de sol y también al de sombra. Gracias a la Casa de Misericordia por el trato que me habéis dado”.
El torero recordó al par de toros de Miura –Bombito y Alpargatito- que le permitieron triunfar en 1999, en la tarde de su debut, y después torear en otras muchas plazas, toros cuyas cabezas presiden el rincón dedicado a Pamplona en el comedor de su casa. Y a Sureño, también miureño, que en la misma capital navarra, en 2001, cuando el diestro entraba a matar, le atravesó el cuello, “sin que el pitón tocara ni carótida ni yugular, gracias, a buen seguro, al quite prodigioso que me hizo San Fermín, del que soy muy devoto”, declaración que figura en la ponencia que presentó en las citadas jornadas, titulada “Mi Pamplona del alma”.
Este texto lo cerraba con las siguientes palabras: “Y para terminar, sólo dar las gracias a todos los navarros, pues son gentes sanas, sencillas y nobles de corazón, por el calor que me brindan cada vez que piso esa plaza, llenando mi alma de alegría y haciendo que sienta emociones difíciles de describir con palabras. Por eso, cuando Antonio Purroy me invitó a participar en las jornadas de esta universidad no lo dudé, pues jamás le podré devolver a Pamplona todo lo que ella me ha dado”.
El homenaje a Padilla concluyó con la entrega de un obsequio –una composición fotográfica del encierro de Pamplona- por parte de sus amigos Miguel Eguíluz, Iñaki González y Miguel Reta, la auténtica guardia pretoriana en Pamplona del gaditano.

