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Paella cordobesa sin arroz

Un esforzado navegante de río revuelto ha venido de América a descubrir las Españas. Pretende ser un empresario de toros y, tal que un Robert Mitchum cualquiera, con él llegó el escándalo...

Un esforzado navegante de río revuelto ha venido de América a descubrir las Españas. Pretende ser un empresario de toros y, tal que un Robert Mitchum cualquiera, con él llegó el escándalo. Así como Cristóbal Colón llevó en su viaje bisuterías y abalorios para los nativos, el tal Ramírez ha traído para congraciarse con los cordobeses una receta magistral para hacer la paella sin arroz. Que no otra cosa es una Feria de la Salud de Córdoba sin Juan Serrano “El Fino”. Así como suena. Aquí el menos avisado hace relojes de madera y además pretende que le funcionen. Debe haber tomado a los aficionados cordobeses por tontos de capirote. Y la multitudinaria propiedad de la plaza de Los Califas, se habrá quedado tan ancha. Al fin y al cabo necesita –y se lo dan- un tendido para ella sola. Que así de ancho tiene el antifonario.

Ya el año pasado el navegante en cuestión convirtió la Feria de la ciudad de los Califas, esa que en sus años moros contó con más de un millón de habitantes y cuya Universidad fue referencia europea de las artes y las ciencias, en un puerto de arrebatacapas. Dejó atrás a su marcha más trampas que una película de chinos. No obstante, la propiedad de la plaza, bendita “propiedad”, le ha consentido que este año vuelva a minimizar la categoría de la ciudad de La Mezquita y a escarnecer la memoria de los cuatro califas que duermen el sueño de la gloria bajo su cielo azul añil. Córdoba la sultana, llora ante tal despropósito lágrimas de frustración, volviendo los ojos hacia los tiempos en que su Feria de la Salud estaba en lo taurino entre las más importantes de España.

Si la “propiedad” tuviera para sus paisanos el respeto que no tiene ese Colón de pacotilla a la inversa, y le preocupara, algo más que estirar el cuello en su tendido de baracalofi, restaurar la buena fama de su Córdoba taurina, no habría autorizado los carteles sin el nombre del único torero de la tierra que en estos momentos le roncan los motores. Pero ya que lo ha hecho, todavía está a tiempo de arreglar el desaguisado. ¿Cómo? Organizando una corrida extraordinaria, con un cartel de lujo, para proclamar a Juan Serrano el Sexto Califa del toreo. Pero al parecer, la “propiedad” ni está ni se le espera.

Cordobita la llana, a orillas del Genil, patria chica de Lagartijo, Machaquito, Guerrita, Manolete, José María Martorell, El Cordobés y Finito de Córdoba, ¿qué habrás hecho tú para merecer esto?

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Paella cordobesa sin arroz

Paco Mora

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