Ahora vamos camino de Pamplona. Todos en pie. Por unos días se acabarán las penurias. Y las localidades. Siete u ocho días sin localidades en la plaza…
Ahora vamos camino de Pamplona. Todos en pie. Por unos días se acabarán las penurias. Y las localidades. Siete u ocho días sin localidades en la plaza. Se podría decir que el caso Pamplona es como siete casos JT pero quite usted de semejantes comparaciones, aquí ganan todos. Pamplona da para pagar a las figuras y para pagar a los no figuras como no les pagan en otro sitio. Iba a escribir una maldad, aquí les pagan a algunos para que puedan tapar los agujeros de otros sitios. No lo quería decir pero dicho está. En otros casos de exuberancia taquillera y no sólo me refiero a JT que también, pasa lo contrario, que con la taquilla de los no figuras les pagan a la figuras. Como Curro Jiménez pero al revés, como si sorbiesen la sopa a los pobres… y gracias.
Pero sigamos. Son vísperas de San Fermín, se siente el toro, se siente la emoción. Se nos desboca el alma de puro gozo. Se nos van los pies de alegría y de miedos. Si no fuese sólo una isla en el panorama general habría que bailar sobre un pie que es exactamente lo que hacen en Pamplona y aunque no sé si el tema está en el origen de algunos de sus bonitos bailes, a todos los aficionados se nos van los pies cuando asoma San Fermín. Toca levantarse a ver los encierros, hay impaciencia por ver el toro en su máxima expresión, a Juli en su papel de líder, a Perera como alternativa al poder, a Talavante con la urgencia de explicar que el ninguneo que sufre su agenda es una injusticia, a Fino con el toro de Pamplona, queremos que Mora llegue a tiempo a su segunda tarde, que Padilla flamee su bandera, que Fandiño arree… Queremos que todos los miedos se vean compensados.
