Si Sánchez fuera torero querría cortarle las orejas a los toros con media revolera. A su apoderado le gustan las faenas cortas y con un paseíllo de veintiséis segundos. Veintiséis le parece suficiente para calificar un encuentro casual como una entrevista transcendental. Pero la verdad es que el presidente estadounidense no le hizo ni puñetero...