Colombia tuvo un rey llamado Rincón. Ahora son México, Venezuela y Perú las que tienen tres gallos con cresta arrogante y espolones afilados que piden puesto principal en el banquete. Roca Rey, Luis David Adame y Colombo. Qué buena noticia para la América taurina.
Como nunca he sido muy vago en esta profesión de informar, lo habitual es dedicarse nueve meses a lo largo de muchos años a la actividad taurina en España y en Francia. Nueve meses de radio, de televisión, de periódico o revista, de tertulias y de conferencias, que un año llegaron a las ciento veinte. Esa intensidad tenía su cara oculta en los inviernos que aprovechaba para conocer el mundo más allá del “planeta de los toros”. Lo de América me llamaba regular. Incluso dije no en los últimos años de los ochenta y el inicio de los noventa. Pero todo cambió en 1991. El año que Rincón reventó Madrid con cuatro puertas grandes que todavía nadie ha superado. Cuatro salidas a hombros en una temporada en Las Ventas. Bestial. Y además César, cosas del destino, tenía parte de su tauromaquia, las distancias, el conocimiento del toro y más, del maestro Chenel. Porque Antonio fue su padrino de alternativa en Bogotá. Con un testigo de lujo: José María Manzanares.
Y ese año acepté ir a Colombia. Un país que sumaba contrastes tremendos. El país es un paraíso pero la guerrilla y el narco ponían el infierno. Y me fui a Colombia con Caracol Radio. Y durante varios años ocupaba diciembre, enero y parte de febrero con una programación diaria que llegó a tener diez horas en directo. Me enamoré de aquel país convulso pero que encontró en Rincón un grito para que todo el mundo supiera que había algo más que guerrilla y narco. El grito era “César, César” y “Colombia, Colombia”. Un torero enseñaba al mundo la cara limpia de un país de gente muy española, con nuestras virtudes y nuestros defectos. La diferencia es que ellos multiplicaban por mucho lo primero, a malas, y lo segundo, a buenas.
No he fallado nunca a Colombia. Menos un año que me vetaron por un viejo ganadero heredero malo de los virreyes hispanos al que no le gustaba que le dijera las verdades de su caciquismo y de su descastada ganadería. Cuando volví me pidió perdón y yo a cambio fui a desearle lo mejor cuando le llegó la enfermedad. Pero los años de Rincón, la gran ganadería de Guachicono (puro don Álvaro), los samueles de Fuentelapeña, los santacolomas de Ernesto Gutiérrez, los antiguos del Conde de la Corte de Achury Viejo. Años de esplendor en Cali, en Manizales, en Medellín, en Bogotá y en diez plazas más que se han ido apagando. Y ahora me costaría mucho trabajo faltar un año en Colombia. Y encima ya no hay narcos ni guerrilla. Ahora sólo queda el paraíso, la afición y nunca la felicidad completa: los políticos que se la cogen con papel de fumar y que dan mucho por el saco con el tema del falso animalismo.
SI NO SE RESPETAN ÍNTEGRAMENTE LOS TRES TERCIOS DE LA LIDIA...
Ni oí ni vi, pero me cuentan que en la televisión oficial se debatió en espacio taurino sobre la necesidad o importancia del tercio de varas. Parece que hubo opiniones variadas. Pero yo esto lo tengo muy claro: si no se respetan íntegramente los tres tercios de la lidia somos nosotros mismos los que preparemos el fin de la Fiesta. Si la amamos, llenemos cada tercio. El de varas, bien hecho, toro a distancia de menos a más, toreando a caballo, citando, provocando la arrancada picando y no machacando, eso hace aficionados y futuro. Lo que vemos casi todos los días es la muerte de la Fiesta. Nunca habrá aficionados de verdad que acepten una pantomima del tercio de varas, que permitan la masacre, que no deseen un tercio de quites para ver el mismo toro en tres manos o capotes diferentes. Y el segundo tercio ahí está: lo bello que resulta cuando se banderillea con riesgo, conocimiento, torería y orgullo de vestir de torero, que la plata también es digna.
Francia exige el tercio de varas completo. Por eso hay aficionados y se defienden mejor contra los antis de cualquier pelaje. Si alguien dice que esto es baladí yo nunca creeré que es amante de la Fiesta, porque está negando su futuro. Las pantomimas son las que tienen corto recorrido. Recuperar, no seguir podando.
MANOLO, EL VERSO SUELTO DE LOS LOZANO
Quiero mandarle en nombre de muchos un abrazo a Arturo Macías por esa grave cornada en el cuello que sufrió para un torero bravo y cargado de cicatrices. Y casado en España. Le llevó Antonio Corbacho y todo lo que anduvo cerca de este gran personaje era verdad. En el dolor y en el triunfo.
Y qué bueno, le estimo mucho, que Manolo Lozano vuelva a la actividad para apoderar a Morante de la Puebla. Me gusta ver al verso suelto de la familia Lozano, una de las más taurinas, otra vez en activo. ¿Lo malo? Que parece que empezará en junio y entonces ya pasó Castellón, Valencia, Sevilla y Madrid. Bueno…
Colombia tuvo un rey llamado Rincón. Ahora son México, Venezuela y Perú las que tienen tres gallos con cresta arrogante y espolones afilados que piden puesto principal en el banquete. Roca Rey, Luis David Adame y Colombo. Qué buena noticia para la América taurina.
Hablamos poco del toreo a caballo y es noticia, porque hace muchos años que no se dio nada igual, pero ahí está la escalada de Lea Vicens, una amazona que ya torea de tú a tú con los jinetes. Porque esto salvo leves excepciones, siempre fue de caballeros y no de damas. Lea, en parte, es obra de un hombre creativo, culto y toda una vida a caballo, don Ángel Peralta. Es su última obra. El que siempre vivió en el triángulo mágico del toro, del caballo y de la mujer, ha puesto otra pica en el Flandes de la Fiesta. Larga vida don Ángel y enhorabuena caballero.
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