Todavía no había tenido que echar mano de las cuchillas de afeitar de mi padre para rasurar la pelusilla del incipiente bozo y ya había visto torear a Pepe Luis Vázquez y a Paquito Casado, con el que formaba pareja de novillero quien luego sería el rival más directo de Manolete y, por supuesto, máximo representante de la llamada “escuela sevillana”. También el albaceteño Manolo Navarro, el madrileño Paquito Muñoz y el andaluz Aguado de Castro forman parte de los más rancios recuerdos, de mi época de catecúmeno de una especie de religión de la que sería devoto durante toda mi ya larga vida. El valenciano Yoni Chico y el murciano Pedro Barrera, también tienen un lugar en mi juvenil iconografía taurina.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1964
