MANIZALES (COLOMBIA)

Pinar y Hernández se imponen a la mansedumbre de Dosgutiérrez

Paulo A. Sánchez
miércoles 05 de enero de 2022
El torero manchego corta una oreja y da una vuelta al ruedo; mientras que el colombiano pasea un trofeo del toro que cerró plaza

Una corrida desigual de comportamiento en la que prevalecieron la mansedumbre y la dureza fue materia suficiente para que Rubén Pinar se encumbrara en Manizales y el poco placeado torero colombiano Sebastián Hernández dejara testimonio de su pundonor y afición. Cada uno cortó una oreja y aunque con faenas incomparables, lo de Hernández tuvo un mérito gigante considerando además sus escasas corridas, la dificultad del toro al que cortó el trofeo.

Rubén Pinar pudo salir por la puerta grande y con un triunfo mayor de no haber fallado con la espada en el segundo de la tarde. Pero fue en el quinto cuando vino la cumbre. El manchego se impuso en todos los terrenos, todos fueron de sus dominios gracias a una capacidad inmensa para ir acompasando la faena a un toro que solamente tuvo dificultades. Blandeó en el tercio de varas, manseó toda la faena y al final quiso huir de la muleta del albaceteño. Pero esta era la tarde en la que Pinar daría cátedra de mando; las medias embestidas las remató obligando, los parones, aguantando, y a la mansedumbre la ahuyentó con atrevimiento, pisando los terrenos del toro, pero eso no fue todo, la mayor parte de la faena fue en los medios, donde no le quedó más remedio al toro que resistirse al dominio de Pinar sin conseguirlo. En la huida le arrancó otras dos series por derecha e izquierda, antes de fulminarlo de un espadazo. El público no pidió con fuerza la segunda oreja y el presidente tampoco hizo gala de su afición, y más bien rácano, se quedó con la puerta grande del torero.

La historia en el segundo fue de frustración colectiva, tanto así que la plaza en pleno pidió la oreja a pesar de tres pinchazos arriba antes del certero estoconazo. Infortunio que no mereció serlo, porque todo venía afortunado y a más, desde la vara de Clovis Velásquez bien puesta y con el toro encelado en el peto, el tercio de banderillas en el que saludaron Emerson Pineda y Anthony Dickson, hasta la clase y la codicia del toro que Pinar condujo con suavidad y pulso. Fue el mejor toro del encierro, no solamente por ser el único aplaudido en el arrastre, sino porque realmente fue un gran toro, excepcional en una corrida de Dosgutiérrez que tuvo más notas bajas que altas. Lo que Pinar no hizo con ligazón y temple, lo completó con firmeza y sitio, por eso lo hecho con la mano izquierda también tuvo gran mérito. Quizás en las crónicas taurinas es de los pocos espacios en que tiene sentido reseñar lo que pudo haber sido y no fue, y esta faena pudo ser la de una puerta tan grande como la ilusión que se lleva la afición de ver de nuevo en esta plaza al maduro Rubén Pinar.

Y si de mérito hablamos, claramente hay que decir que la oreja de Sebastián Hernández al último manso de la tarde tuvo un mérito aún mayor, porque Sebastián ha hecho menos paseíllos en su carrera como matador que sus alternantes en un mes. Al final de la corrida en el patio de cuadrillas César Rincón lo abrazó y le dijo: “Ves, al final todo se va aprendiendo”. Probablemente para Sebastián, ese abrazo y la oreja ganada son un balance extraordinario por cuanto tuvo que remontar en la faena a un toro incierto de salida, sabiendo que la miel en los labios de la afición la acababa de dejar Pinar. Nunca dio una embestida por perdida y aunque el conjunto de la faena puede tener reparos, debe valorarse lo firme que estuvo toda la faena, la intención de ponerse en el sitio a pesar de que equivocara los terrenos en algunos pasajes y el gesto de pasarse al toro cerca en dos series con la mano izquierda, por donde el toro más difícil se puso, y precisamente cuando buscó refugiarse en tablas. También su deseo de transmitir a los tendidos, sin permitir que bajara la intensidad de la faena, intensidad que había conseguido en una jaleada serie con la derecha comenzando el trasteo, y una posterior sin tanto vuelo, pero acoplada. Con el tercero no tuvo opciones, porque fue el más manso del encierro. Pasaba por inercia con la cara alta, sin siquiera asomo de codicia, y además estuvo errático con la espada.

Manuel Escribano lo intentó especialmente en el cuarto, inclusive quiso compensar un desigual tercio de banderillas del primero, y volvió a hacerse cargo del tercio, con mayor acierto en este último. Al primero lo lanceó muy bien a la verónica, despacio y templado. Quitando al toro de la vara por tafalleras fue cogido sin consecuencias. Ante la imposibilidad de sujetarlo en los medios por su falta de clase y mansedumbre, claudicó Escribano y abrió plaza sin pena ni gloria. En el cuarto parecía que las cosas podrían irse arriba luego del buen tercio de banderillas, pero al inicio de faena le faltó firmeza de planta para que los cambios por pecho y espalda tuvieran mayor transmisión. No se acopló el torero a la dureza del toro, que no fue manso ni de mala condición, simplemente bronco, pero con teclas por tocar, sin embargo esta tarde Escribano no supo interpretarlas, y su balance fue de dos silencios.

Manizales (Colombia), martes 4 de enero de 2022. Toros de Dosgutiérrez, desiguales de presentación y juego. El segundo, aplaudido en el arrastre, los demás, pitados. Manuel Escribano, silencio tras aviso en ambos; Rubén Pinar, vuelta al ruedo tras fuerte petición y oreja; Sebastián Hernández, silencio y oreja. Saludaron en banderillas Emerson Pineda y Anthony Dickson en el segundo, y Ricardo Santana y Carlos Rodríguez en el tercero. Ovacionado Clovis Velásquez por su vara al segundo. Entrada: Más de tres cuartos de entrada.

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