Hay cierta envidia hacia los demás cuando sus reacciones son proporcionadas. O, al menos, envidia a sus reacciones. La reacción ante la afrenta puede que no sirva para no sufrir más afrentas, pero, al menos, sirve para decir que estoy vivo. Es ese “jab” sin vocación o posibilidad de KO que uno conecta al rival cuando la confianza en noquearte le hace faltarte al respeto. Cuidado, que estoy. Puede que te mande a la lona, pero tendrá más cuidado en la forma y modo de hacerlo, cuestión que te da chance para seguir vivo y de pie en la lona.
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