Carmena permitirá que en El Batán se continúen dando clases de tauromaquia. ¿Habrá sido una revelación, o es que sus consejeros políticos la han convencido de que perseguir el toreo no proporciona réditos electorales? Me inclino por lo segundo.
La señora Carmena, alcalde de Madrid, ha visto la luz. Como Pablo de Tarso camino de Damasco, que cayó del caballo deslumbrado por la Luz Divina, ella también ha caído del burro de su antitaurinismo y ha firmado una especie de convenio con la asociación fundada por Martín Arranz y presidida por José Miguel Arroyo “Joselito”, que permitirá que en El Batán se continúen dando clases de tauromaquia. ¿Habrá sido una revelación, o es que sus consejeros políticos la han convencido de que perseguir el toreo no proporciona réditos electorales? Me inclino por lo segundo. Tampoco es que se haya estirado mucho la doña, ex señora juez y parte, pero entre prohibir y perseguir la enseñanza de la asignatura taurómaca y dotarla con cerca de cuarenta mil euretes, hay cierta diferencia. En favor del arte de Cúchares, claro.
Hay más alegría en la Casa del Señor por la llegada de un converso que por la de cien justos. Y que la ex juez haya doblado ante el brillo del espectáculo taurino, entra dentro de lo perfectamente bíblico. Al fin y al cabo, el bueno de Pablo también era azote de cristianos antes de pegarse el hípico tortazo, y luego fue autor de uno de los cuatro famosos Evangelios. A ver si el otro Pablo, Pablito, Pablete toma ejemplo de su amiga y correligionaria y acaba inclinándose ante la realidad de la Fiesta de los Toros. Al fin y al cabo, también él luce coleta, y bien larga. Y a fuer de populista de pro, debería tener en cuenta que no hay fiesta en España más popular (del pueblo) que la taurina. Ni más culta, según Federico García Lorca. Que en cuanto a ser de izquierdas no es de creer que necesite el “ukase” del líder podemita…
