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“Quiero ser el orgullo de Navarra”

Javier Marín quiere convertirse en el torero de Navarra. A las puertas de debutar en Pamplona como matador de toros habla de su vida, de su forma de entender San Fermín, de su concepto del toreo. Dejó su pueblo natal, Cintruénigo, para viajar a Madrid a cumplir su sueño de intentar ser torero y estudiar Filología Hispánica en la Universidad Complutense. La Fundación El Juli le acogió, fue superando etapas hasta destacar como novillero en Pamplona y cortar una oreja de peso en Madrid con la de Los Rodeos. El ambiente adquirido de novillero le permitió no pararse en seco tras tomar la alternativa en Tudela de manos de Rivera Ordóñez y con Juan Bautista como testigo en 2017 aunque su bagaje tampoco está sobrado (ocho corridas de toros en su haber).

La Casa de la Misericordia ha decidido apostar por el torero de la tierra en un cartel de jóvenes espadas. Javier Marín hará el paseíllo junto a José Garrido y Luis David –que ha entrado por Román– ante toros de La Palmosilla, que debuta en San Fermín. Para el torero navarro esta cita “significa todo. Tenía muchas ganas de volver a mi tierra y presentarme como matador de toros en la plaza de Pamplona”. Un ruedo que conoce bien porque ha toreado en él desde becerrista (en los festejos matinales), después dos tardes como novillero con picadores y al que ahora llega como matador: “Guardo un gran recuerdo de cada día que he toreado en esta plaza, tuve la suerte de poder darme a conocer como novillero al cortar orejas en mis dos actuaciones. Ahora, mi objetivo es que el 13 de julio sea un trampolín para mi carrera”.

“La corrida de Pamplona significa todo para mí. Tenía muchas ganas de volver a mi tierra. Mi objetivo es que sea un trampolín para mi carrera”

Agradecido por contar con la atención de la Comisión Taurina de Pamplona (la Meca), busca el paralelismo con lo sucedido con Pablo Aguado: “Apostaron por él en su ciudad y eso le ha lanzado a todo el panorama taurino. Quiero ser el orgullo de los navarros, noto que me apoyan y que quieren tener a un torero del norte”.

Desde sus primeros pasos ha estado acompañado por otro torero de la tierra, querido y respetado, como es Sergio Sánchez. Su maestro, su amigo, su confidente. Cada una de sus palabras contiene el aliento del que cree en él como torero, del que se ve reflejado en la juventud de Marín: “Principalmente me dice que sea yo mismo, que me entregue al máximo”. Busca heredar ese título de “torero de la tierra” que durante los últimos años abanderó Francisco Marco hasta su retirada: “Me hace mucha ilusión coger el testigo, ojalá pueda llegar a ocupar ese sitio”.

La otra gran motivación de su debut como matador en Pamplona era hacer el paseíllo junto a su amigo Román. Con él ha vivido en Madrid primero y en El Casar (Guadalajara), después. Juntos han vivido la dureza de la espera, los entrenamientos sin conocer el objetivo, la convivencia basada en la renuncia a muchas cosas de otros chicos de su edad. Román le brindó un toro en la pasada Feria del Toro como diciendo ojalá toreemos en tu tierra pronto juntos. Unas palabras de torero a torero, de amigo a amigo. La terrible cornada de Madrid impedirá al valenciano torear en los Sanfermines 2019: “Era otra pieza del puzle que le daba mayor significado al cartel para mí. Desgraciadamente, es la segunda vez que ocurre. El año pasado estuvimos anunciados juntos en mi pueblo, Cintruénigo, pero por la cornada de Bayona no pudo estar”. Entonces también fue Luis David quien sustituyó al valenciano. Adame y Marín salieron a hombros: “Ojalá se repita el resultado”.

El debut de matador en Pamplona de Javier Marín coincide con la presentación de La Palmosilla en la Feria del Toro. En la finca de La China, en Tarifa, el navarro ha tenido un primer contacto con las embestidas de la divisa gaditana: “Tengo que agradecer a los ganaderos el trato que me han dado. Disfruté mucho porque me encontré que, además de ser una ganadería de clase, se distingue por su humillación y su bravura. Al ser su debut, seguro que buscan lo mismo que yo, que es volver el año que viene”.

“Soy un torero de corte clásico. Lo que me llena y lo que busco es torear despacio. Intento ralentizar las embestidas”

Jamás ha vivido desde el ruedo el ambiente que se encontrará el 13 de julio. La plaza a rebosar, las peñas eufóricas. El ruido, los cánticos en contraste con la seriedad del toro, pero no le asusta: “Uno debe entender la idiosincrasia de Pamplona. Es una feria diferente, única. No me molesta el ambiente, es el que hay y tiene que haber aquí. Cada plaza es diferente. Es tan necesario que exista la afición de Sevilla como la afición de Pamplona”.

Los recuerdos de su infancia le transportan a los madrugones para vivir los encierros junto a su padre. Ese camino de Cintruénigo a Pamplona soñando con las carreras y la emoción. Se agolpan los momentos en su memoria al recordarlo: “Como cualquier niño navarro, me despertaba temprano e iba con mi padre a la plaza de toros de Pamplona. Después, participé corriendo en varias ocasiones hasta el montón que se formó en 2013. Lo pasé muy mal, me quedé enganchado entre toda la gente y decidí no volver a correr”.

La preparación está siendo intensa. Viajes, entrenamientos, tentaderos, toros a puerta cerrada. Nada es suficiente para el compromiso que tiene por delante. Su familia le apoya y le da su espacio: “Lo viven con ilusión pero intentan no agobiarme. Saben que me juego mucho, me ven mentalizado y entienden que, por mis nervios, no tengo el humor de siempre. Estoy encantado de poder contar con su apoyo”.

Un joven que dejó atrás su vida tranquila para cumplir un sueño. No se arrepiente de la decisión que tomó, de los sacrificios y las distancias de sus seres queridos: “Lo volvería a hacer mil veces. No es fácil pero ha sido muy bonito, decidí ir a la Fundación El Juli y a partir de ahí me quedé en Madrid estudiando y centrado en mi objetivo de ser torero”.

Su descripción en Twitter dice desde su época de novillero: “Aspiro a torear como Zidane jugaba al fútbol”. Al recordarle la frase ríe y matiza: “Soy un torero de corte clásico. Lo que me llena y lo que busco es torear despacio. Intento ralentizar las embestidas”. Marín afronta ahora uno de los retos más importantes de su vida torera: la conquista de Pamplona y de la afición del Norte.

Fotos: JAVIER ARROYO y ARCHIVO

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Gonzalo I. Bienvenida

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