"Me encuentro dolorido porque la cornada ha sido dura pero a la vez estoy muy contento. Madrid ha visto mi actitud y para el que lo ha querido ver ahí han quedado las dos tardes". Rafael Cerro atiende a APLAUSOS desde la Clínica La Fraternidad en Madrid. Allí, tumbado en una cama de la habitación 330, con el drenaje de la herida y la vía puesta, se recupera satisfactoriamente en compañía de su madre, Pilar Ginés, y miembros de su cuadrilla como David Navalón "El Jaro".
"Ayer fue una tarde de apostar mucho, sobre todo con el primero que tenía más guasa, pero sabía que la tarde estaba para mí y no se me podía escapar", rememora Cerro, que confiesa que se enteró de que había ganado el certamen al salir del quirófano: "No sé ni quién me lo dijo, pero la satisfacción mía es enorme, porque después de estar todo el invierno entrenando, al final uno ve que la recompensa existe".
Es el segundo percance de su carrera, "después del del año pasado en Roa, que me rompió el bazo", recuerda, y explica: "No le doy vueltas, es ley de vida, los que nos ponemos delante sabemos que las cornadas llegan, por eso es tan importante esta profesión y a la vez es tan vital el entrenamiento y la mentalización".
A partir de ahora, dice, "mi objetivo es tomar la alternativa con ambiente y ojalá Dios quiera que pueda torear diez o doce corridas de toros en máxima categoría. La próxima novillada es el 26 de mayo en Sevilla y ojalá pueda volver a Madrid lo antes posible".
Si todo sigue según lo previsto, el extremeño podría recibir el alta hospitalaria el próximo viernes.
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Rafael Cerro: "Madrid ha visto mi actitud"
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