El diestro murciano ha comenzado el programa de rehabilitación y, aunque todavía no le han retirado los puntos, asegura que está deseando comenzar a tentar lo antes posible.
El diestro murciano Rafael Rubio "Rafaelillo" ya ha comenzado la rehabilitación tras la cogida que sufrió el día de su confirmación de alternativa en Quito cuando el quinto toro del tercer festejo de la Feria Jesús del Gran Poder le propinó una cornada en la cara externa del muslo izquierdo de 25 centímetros de extensión. "Aún tengo los puntos, no sé muy bien por qué pero mi médico no ha considerado oportuno retirarlos todavía, aunque tampoco creo que tarde mucho en hacerlo. Físicamente me encuentro bien, puedo caminar perfectamente pero es cierto que correr aún me es imposible. Comencé hace unos días con la rehabilitación y todo parece indicar que transcurre con normalidad, así que en breve ya estoy entrenando fuerte", declara el torero.
Aunque se muestra animado, asegura que confiaba en que la recuperación no se alargara tanto. "Al ver que al segundo o tercer día de estar ingresado en el hospital ya me puse en pie, estaba convencido de que en un par de días estaría perfectamente, pero no ha sido así", afirma, y añade: "Para mí la cornada no ha sido ningún palo. Primero porque no ha llegado a mitad de temporada y me ha obligado a quedarme en el banquillo, pues, aunque la corrida se estaba dando muy bien, era la última del año. Pero, por encima de todo, estoy satisfecho porque para mí esta cornada ha sido una medalla, un reconocimiento que me identifica todavía más con mi profesión. Aquí hay que estar preparado para todo, no sólo para el triunfo. Estoy tan mentalizado con que estos episodios son parte del oficio, que no me lo he tomado mal. Además, este año los toros me estaban cogiendo mucho, pero estaba teniendo suerte, así que la cornada tenía que llegar".
Rafaelillo recuerda cómo vivió el momento del percance: "Al principio sentí mucho miedo. Me tocaba la herida y sabía que lo que llevaba era gordo. Además, me veía ten lejos de mi casa, de mi gente, porque a Quito me fui solo, que todo eso hizo que me asustara más. Pero cuando vi a Padilla, que fue quien me trasladó a la enfermería, vi el cielo abierto. Luego, he de decir que tanto el equipo médico de la plaza como el que me atendió en el hospital se portaron estupendamente conmigo y salió todo de maravilla, pero sí es cierto que al principio, al estar tan lejos de España, me sentí indefenso". El murciano afirma que el primer pensamiento fue para su familia: "En cuanto pude, antes de llegar al centro médico, llamé a mi madre y a mi pareja, que está embarazada. Traté de tranquilizarlas diciéndoles que había sido un simple varetazo y mientras les gastaba alguna broma yo mismo me miraba la herida y pensaba: si supieran lo que llevo... Pero al menos pude hablar con ellas, que también pasaron un trago gordo".
En cuanto al futuro más inmediato, Rafaelillo mantiene que quiere recuperarse pronto "pero bien. No quiero tener que arrepentirme luego. Acabaré con la rehabilitación y cuando me vea listo comenzaré a tentar, que estoy deseando hacerlo cuanto antes".

