Ser figura del toreo siempre ha sido muy difícil, porque sacar la cabeza del pelotón es un milagro y entrar en el circuito del billete grande y el toro de garantía es casi imposible. El sistema no lo permite. Y no me pregunten qué...
Ser figura del toreo siempre ha sido muy difícil, porque sacar la cabeza del pelotón es un milagro y entrar en el circuito del billete grande y el toro de garantía es casi imposible. El sistema no lo permite. Y no me pregunten qué es “el sistema”, porque, además de perder algunos amigos, creo que explicándolo rompería algunos puentes que todavía tienen esperanzas de transitarlos otros. A Juan José Padilla le ha costado media vida salir del rincón de los héroes, y se mantiene entre los privilegiados porque es un milagro de casta torera, voluntad de triunfo y espíritu de sacrificio sin precedentes en el toreo contemporáneo.
Iván Fandiño está empeñado en una lucha contumaz contra los elementos y, a base de perseverancia, se va situando pero muy poco a poco. Y no se impacienta porque sabe que si se le va un pie lo reducirán a sus cuarteles de invierno sin compasión. David Mora, que va ganando solera y calidad día a día, sin salir de la brigada de choque, ve premiados sus esfuerzos con una pared que le impide irrumpir en los carteles en los que podría medirse con la élite y demostrar que puede estar perfectamente entre quienes gozan de las mieles del triunfo. Ahí están sus tardes de Valencia y de Arles en las que ha dado una gran medida. Pese a lo cual, uno revisa los carteles y no lo ve anunciado en plazas como Nimes, en la que goza de cartel, ni siquiera con el funo del que huyen los que pueden exigir. Tres cuartos de lo mismo ocurre con Castaño, condenado, por su valentía y entrega, a eternizarse en las corridas desesperadas.
Y es que en esta enorme crisis que padece el toreo, solo hay dinero para seis o siete toreros del escalafón, cuyos nombres son sobradamente conocidos. El toreo es para todos un mar de muy difícil navegación, pero unos hacen la travesía en trasatlánticos de lujo y otros remando como galeotes en frágiles barquichuelas.
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