Fue quizá la imagen más desagradable de cuantas se vivieron en la ya histórica tarde del 12 de octubre en Las Ventas. Los excesos en una puerta grande, la de Morante de la Puebla, dejaron escenas muy poco toreras y que traspasaron los límites del respeto al ídolo. La euforia y la pasión desatada nada tienen que ver con los agarrones, empujones y zarandeos, por no hablar del destrozo de una pieza que tanto valor simbólico y económico tiene como un traje de luces. Fruto de esa desproporción, el Excelentísimo Club Taurino de Bilbao llama a la reflexión desde el respeto y el consenso en un texto que reproducimos a continuación:
La noticia de la retirada de Morante de la Puebla ha sacudido al mundo del toro. La marcha de un torero de época que se fue como genio que es, regalando un magnífico festival a la afición por la mañana y desorejando al toro Tripulante por la tarde, se culminó con su salida a hombros por la puerta grande de Las Ventas. Una puerta grande de emotividad desbocada y que desde el máximo respeto a los que la hicieron posible debe llamarnos a la reflexión. Las escenas de un Morante zarandeado por la multitud, por momentos cerca de la caída, un Morante cuyo traje de luces fue deshecho por manos que arrancaban machos, morillas y alamares hasta llegar a desprender una hombrera completa, no son escenas que deban hacernos sentir orgullosos como aficionados.
Si algo nos ha enseñado la trayectoria del maestro de La Puebla del Río es que en el toreo prima la liturgia, el cuidado de los detalles, la naturalidad, la sencillez y la elegancia. No se aplico esto únicamente a las faenas en el ruedo, también las salidas a hombros tienen que ser toreras, y eso pasa por el máximo respeto al matador, por la demostración de admiración y euforia desde la consideración al ídolo, que debe poder salir a hombros manteniendo siempre ese temple y compostura clásicas de los maestros del toreo. Para eso necesita la colaboración de todos los aficionados, que deben evitar a toda costa empujar, agarrar e intentar arrancador adornos del vestido de torear. De lo contrario, se corre el riesgo de que la mayor manifestación de lo popular en el toreo se vuelva burda y soez.
Excelentísimo Club Taurino de Bilbao