Rivera y los toros

Si quieren vivir del trabajo de los demás que atraquen bancos, que al menos tiene su peligro. O que bailen, que se les da muy bien a todos. Y luego pasen la gorra, pero que no mientan, engañen y se retuerzan buscando vivir del presupuesto.

¿Recuerda Albert Rivera el día que liado en una bandera española atravesó la Puerta Grande de la Monumental de Barcelona, en hombros y abrazado a Serafín Marín? A muchos se nos saltaron las lágrimas. ¡Por fin un político decente y respetuoso con las libertades de los demás! Ese día hablaba de la grandeza del toreo y del derecho de los aficionados a que se respetara su opción de presenciar el espectáculo taurino. Existen pruebas gráficas y orales de que no hace tanto tiempo que se derretía en amor a la Fiesta por guapa y por española. Ahora algunos de sus comandantines o comandantinas -allí donde han visto el ambiente antitaurino propicio- actúan contra la supervivencia del toreo.

Cuando apenas era conocido fuera de las tapias de Cataluña Rivera se apuntaba a un bombardeo con tal de salir en la foto. Pero ahora ya se cree que ha llegado a la cumbre y ha olvidado todas sus promesas sobre el espectáculo más culto en versión de García Lorca. Así son las nuevas estrellas del rock político español. Que les vayan dando… votos, digo. Que lo que es con mi ayuda ni uno. Si quieren vivir del trabajo de los demás -que en el fondo es lo que pretenden- que atraquen bancos, que al menos tiene su peligro. O que bailen, que se les da muy bien a todos. Y luego pasen la gorra, pero que no mientan, engañen y se retuerzan buscando vivir del presupuesto. Que ya se les ha visto el antifonario.

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