AGUASCALIENTES

Robleño, sentimiento y corazón en su adiós a México

Emilio Méndez
sábado 10 de mayo de 2025
El madrileño se despidió de México lidiando tres toros, uno de regalo, en Aguascalientes, donde finalmente dio una aclamada vuelta en reconocimiento a su esforzada trayectoria taurina profesional

Fernando Robleño se despidió de México lidiando tres toros, uno de ellos de regalo, en el noveno festejo de la Feria de San Marcos de Aguascalientes, donde finalmente dio una aclamada vuelta en reconocimiento a su esforzada trayectoria taurina profesional. El madrileño vio cómo fue apuntillado en el ruedo el primero por haberse lesionado el remo delantero derecho y con el sustituto de la misma dehesa titular de la tarde, que evidenció sosería, realizó una faena empeñosa y esforzada por ambos pitones para matar de estocada atravesada y contraria, siendo aplaudido.

A su segundo, que fue débil, aunque tuvo nobleza, Fernando le cuajó un trasteo bajo las sentimentales notas musicales de “Las Golondrinas”, justamente cuando atemperaba y toreaba con variedad por el lado derecho. Al natural lo hizo de forma emotiva y con clase, pero, a la hora buena, falló con la espada y todo quedó en palmas tras un aviso.

Regaló entonces Robleño el de Peñalba que, al salir evidenció un problema en la pata izquierda, la gente se encrespó pidiendo que se regresara, la autoridad ordenó que se le picara para descongestionarlo pues estaba acalambrado al tiempo que cierta parte del público le cayó al juez con mentadas de madre, pero, finalmente, el astado sangró tras ser picado, se empezó a desenvolver bien y terminó siendo bueno en su juego y, la gente, quedó muy mal al no saber ver toros.

Así las cosas, el madrileño recordó, seguramente, como en una película rápida, su paso por los nueve festejos que toreó en cosos mexicanos, dos en San Miguel de Allende, uno en Querétaro, otro en San Juan de los Lagos, uno San Francisco de los Romo, el de la Monumental Plaza México y los tres paseíllos en la Monumental de Aguascalientes, y, al darse cuenta del toro que tenía enfrente, se dio a torear con temple, clase, calidad, buen trazo y, sobre todo, mucho corazón, pues, las cosas no se estaban dando como él quería.

Así, con la muleta, logró series de derechazos y naturales plenos de sentimiento, ya que se recreó en todos y cada uno de ellos, haciendo el toreo bueno y cargando la suerte. Por desgracia, a la hora de irse “por uvas”, la espada lo traicionó y lo que hubiera sido un sentido triunfo todo quedó una aclamada vuelta al ruedo en la que Fernando recogió todo el cariño y reconocimiento del público de Aguascalientes.

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