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Roca, investido por aclamación

Un torero de una pieza, el que hacía falta, un poco loco, interesante, muy nuevo, muy diferente, y capaz con el bueno y con el malo. Ayer sin toros claros armó la que armó. Pinta bien…

Roca Rey. De nuevo el peruano. Un caso. Con toros y sin toros. Ayer no le ayudaron. No le importó. Tres orejas, puerta grande, susto general, plaza entregada, reconocimiento, mayoría absoluta. Investido por aclamación. Tuvo momentos de pausa y momentos de ataque total, por la vía constitucional y por el populismo más auténtico. Valencia volvió a entregarse. Visto cómo está la calle y los hemiciclos, es la medicina más apropiada. Respiremos. Con tipos así la Tauromaquia tiene futuro. Gran momento, definitorio, fue la estocada a su primero. Unos segundos que parecieron una eternidad, la camisa hecha jirones, el pitón perdido en los rizos de la pechera, los peores presagios colgados de un asta, en realidad nada que inmutase al chico. Su vuelta al ruedo final con Adrián, el niño que combate el cáncer con su pasión por el toreo, tardará en olvidarse. ¿Quién dijo que el toreo crea traumas?… no puede haber escena más tierna, el guerrero y el niño de la mano, serenidad y sueños.

No fue lo único importante en la primera corrida de toros de la Feria de Julio. A propósito, hay que salvar Julio, ese debe ser el grito de un reto, ¡salvar Julio! como al soldado Ryan. No fue una tarde triunfal para los compañeros de terna de Roca si miramos el marcador de trofeos. No importó para que fuese tarde de felicidad general. Me quedaron ganas de volver, a mí y a muchos. Manzanares cuajó dos monumentos al natural y un pase de pecho. Dos muletazos que valieron por una tauromaquia. Fue en el quinto, su segundo, trazo largo, miel en la muñeca, desde allá adelante hasta allá atrás, dos relámpagos dormidos que levantaron la plaza como un resorte. Y hubo rejoneo del que merece llamarse toreo a cargo de Hermoso de Mendoza, primero con Disparate y después con ese Beluga que hizo lo que nadie pensó que se puede hacer a caballo. El dominio de los terrenos, el conocimiento del toro, la ambición indómita de un maestro al que no le afectan los años y una colección de joyas equinas que se renueva cada año fruto de la sabiduría y el trabajo en un ciclo sinfín. No cortó orejas porque el rejón final viajó sin tino pero lo que hizo ese Pablo es difícil de mejorar.

A la hora de comenzar, tiempo tormentoso y plaza llena. Quedaba claro que ahora y siempre, en marzo y en julio, Valencia es plaza de platos fuertes. El que quiera que lo entienda y el que no, allá el. Él y su cartera. El de ayer, es evidente, era cartel a la valenciana. Entiéndase en el mejor de los sentidos, a la valenciana de toda la vida. Tenía argumento y tenía lujo. Por estas tierras, no es desdoro, a la plaza se va en busca de fiesta no a compartir penas ni con ansias de ser jueces, aunque es difícil encontrar figuras en la historia que no hayan contado con el beneplácito de este público. Así que ayer, a pesar del calor, de la crisis, de los anti, de los políticos y demás influencias perniciosas, la plaza registró una gran entrada, rozando el lleno total. Necesitados de alegrías como estamos, necesitados de argumentos para salvar Julio y el toreo, el resultado fue puro bálsamo social.

La corrida de El Pilar no fue buena en el sentido que se maneja hoy día. Quiere decir que no dio facilidades a los toreros ni fueron tontunos, pero sí tuvo su interés y sus teclas y después de tantas quejas como lanzamos sobre lo previsible que está el toro de hoy día, no podemos quejarnos por una corrida que pedía cabeza y oficio, que hizo en general una excelente pelea en varas y acabó dejándose hacer. Los toros de El Pilar cuentan en su historial con grandes éxitos en esta plaza. Primero bajo la tutela de El Raboso, prototipo de campero charro, sabio y austero, en aquellos carteles falleros con Espartaco y Domínguez y en su denominación actual, versión corregida pero fiel a los orígenes, bajo los auspicios de la familia Fraile. Estos también una tarde referencial, aquella de julio en la que César Rincón puso a prueba las coronarias con su heroicidad y sus cites lejanos. Antes y ahora, fueron toros grandones, con personalidad, que no a todas las figuras gustan y con poco que ver con sus parientes, los Domecq. Ayer, sin ser una buena corrida midieron a los toreros y el que más pudo… capador dicen en los pueblos. Pues eso.

Maestro Manzanares

Manzanares vive una etapa dulce desde su histórico triunfo en Madrid. Se quitó el luto y se quitó un peso de encima. Ayer lo intentó en los dos sin desmayo. Lo mejor en su primero, al que picó Barroso con estilo de gran piquero, surgió sobre la mano derecha. El toro se había dejado en el encuentro con Barroso todo salvo la buena clase de ese pitón. Luego las claudicaciones intermitentes del toro, colorado y guapo, restaron continuidad y por ende contundencia al trasteo. Si lo apretabas le vencías, si lo dejabas a su aire te podía. Con la izquierda no hubo posibilidades. Desde el principio se venció por ese pitón y se hizo del todo imposible. Su segundo, en el que se lució Chocolate en otro gran puyazo, quién lo iba a decir en estos tiempos, ofreció pocas posibilidades de triunfo aunque en los medios, buena elección de terrenos, con la zurda, le cuajase esos dos naturales y uno de pecho excelsos como les comenté. Tres monumentos al toreo grande, dos chispazos que por sí solos definen un torero y salvan una tarde.

Roca, Rey

Roca Rey lo intenta todo y le sale todo, tal es su grado de confianza. Su estado de gracia. En su primero que tuvo poca fuerza y buena clase, ya demostró que sabe torear más allá del arrimón y los efectos especiales. Se vio sobre todo cuando cogió la izquierda y condujo, toreó, en varios naturales de mucha categoría. Luego ese acortar distancias que angustia, los pases por la espalda, y el arrollar la razón y esa especie de locura desbocada e insaciable que tanta falta hace y tan pocos alcanzan. Esa faena tuvo un momento cumbre, el pinchazo previo a la estocada a toma y daca o tú o yo, esos segundos colgado del pitón que sacaron a pasear los peores fantasmas son los que autentifican el toreo por encima de las modas y marcan diferencias. Y todo seguido la estocada.

En su segundo fue más de lo mismo, más y mejor, agallas, ataque, momentos al natural de mucha categoría y otra estocada monumental que pusieron las orejas en sus manos. Un torero de una pieza, el que hacía falta, un poco loco, interesante, muy nuevo, muy diferente, y capaz con el bueno y con el malo. Ayer sin toros claros armó la que armó. Pinta bien.

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Roca, investido por aclamación

José Luis Benlloch

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José Luis Benlloch
Etiquetas: Feria de Julio 2016

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