Juan Ortega, ovacionado en el utrero que rompió plaza.
VEA LAS FOTOS DE JAVIER ARROYO DEL FESTEJO
Abrió plaza un novillo de Baltasar Ibán noble y encastado, que fue aplaudido en el arrastre. Su matador, Juan Ortega, ejecutó una faena un tanto discontinua, en la que los mejores pasajes llegaron en una serie sobre la mano zurda rematada con un buen pase de pecho. Se dejó tropezar más de la cuenta la muleta y pecó de cierto encimismo en una labor que no llegó a calar en los tendidos. No obstante, saludó una ovación como premio a su buena voluntad. El cuarto tuvo muy poca fuerza, defendiéndose dando cabezazos. Se derrumbó incluso un par de veces durante la labor del sevillano, que no tuvo lucimiento y fue alargada en exceso dada la condición de su oponente. Pinchó dos veces antes de dejar una estocada desprendida y fue silenciado.
El segundo fue un utrero rebrincado que exigió temple, medicina que no siempre supo dar el torero, Roberto Blanco. Una serie con la izquierda tuvo mérito dentro de un conjunto despegado en el que faltó mando. Fruto de ello, el de Ibán fue desarrollando a peor en una lidia que terminó siendo silenciada. El quinto se empleó en el caballo menos que sus hermanos y la faena de muleta de Blanco, iniciada con ayudados por alto, fue de más a menos y nunca llegó a romper. Tampoco pisó terrenos comprometidos y cerró por manoletinas enganchadas antes de manejar con poco tino los aceros. Aviso y silencio.
El tercero empujó con fijeza en el caballo y sacó buen fondo de casta en el último tercio. Román empezó bien la faena de muleta, consiguiendo hacer romper con fuerza al público a su favor en una gran serie sobre la mano derecha. Luego se vino todo un tanto abajo toreando con la izquierda y, sorprendentemente, abandonó pronto el toreo fundamental para centrarse en el accesorio dando circulares invertidos y otro tipo de muletazos de cara a la galería. En ese epílogo fue volteado sin consecuencias. Mató de dos pinchazos y estocada, siendo silenciado. Dio una vuelta al ruedo a la muerte del sexto, un novillo encastado, con más transmisión que sus hermanos y que se desplazó largo en los engaños. El valenciano lo supo entender bien, realizando el toreo bueno por los dos pitones en una faena solo deslucida por algún inoportuno desarme. Marró con el acero de nuevo y finalmente, por unas causas o por otras, lo cierto es que con el mejor lote sólo logró dar una vuelta al ruedo.
Arnedo (La Rioja), 1 de octubre de 2012. Novillos de Baltasar Ibán. JUAN ORTEGA: Saludos y silencio; ROBERTO BLANCO: Silencio y silencio tras aviso; y ROMÁN: Silencio y vuelta al ruedo tras aviso. Entrada: Media plaza. Antes del paseíllo, los chavales de la escuela taurina local realizaron una exhibición de toreo de salón en la que pudieron bajar los aficionados a coger los trastos. Tras la exhibición, uno de los jóvenes aspirantes leyó en nombre de todos un comunicado de agradecimiento al ayuntamiento y al matador Diego Urdiales por su implicación a la hora de llevar a cabo el proyecto del taller de tauromaquia local.