Ruiz Miguel, cicerone de San Fermín

Cuando Francisco Ruiz Miguel inició el camino de ser torero, tomó al mismo tiempo y sin saberlo un sendero que todavía hoy no ha abandonado: el de la autenticidad. Una forma de entender la vida que se reflejaba en el ruedo. En Pamplona encajó a la perfección esa manera de ser. Esa entrega indómita e ilimitada. Un gaditano idolatrado por la capital de Navarra, Pamplona, que fue la puerta de acceso al norte taurino de España y al sur de Francia.

- “Tenéis que hacerlo todo muy de verdad. Olvidaos del barullo y dad el máximo. Pamplona exige compromiso”

- “El toro de allí es la cabeza de las camadas y eso mantiene la seriedad de su feria. Había algunos a los que me era imposible verles la cruz para entrar a matar”

- “La de Miura no embistió, pero lo que viví en mi despedida fue inolvidable. Me hicieron dar dos vueltas al ruedo y toda la plaza se volcó conmigo”

- “Las Ventas era clave para el resto del año pero en Pamplona era donde yo pegaba un salto que me ayudaba a entrar en todas las plazas del norte y en Francia”

- “Mi carrera ha estado llena de milagros. He tenido mucha fuerza de mente y de voluntad”

- Octavio Chacón: “Antes de San Isidro era impensable estar en San Fermín, tengo que agradecer la sensibilidad de la Casa de Misericordia”

- Emilio de Justo: “Me ilusiona sentir la personalidad de Pamplona. Mantener la idiosincrasia de cada plaza nos evita caer en la monotonía”

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