El gusto por el arte ha resucitado en el toreo. Era natural que así ocurriera. En el toreo estábamos caminando hacia atrás. Hasta el punto que era de mal tono no declararse “torista”...
El gusto por el arte ha resucitado en el toreo. Era natural que así ocurriera. A la Edad Media le hacía falta el Renacimiento para salir de la oscuridad. Y con los nuevos tiempos surgieron con fuerza las artes y a los héroes de armadura y lanza en ristre les sucedieron otros héroes; los artistas y los hombres de la ciencia y del saber. ¿Quién se acuerda de aquellos heroicos guerreros cuyo único mérito era el valor y la autoinmolación? A partir del Renacimiento se comenzó a hablar del arte de la guerra y nombres como los de Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel quedaron como legado para los siglos venideros. Sin embargo de aquellos héroes armados solo quedan nombres – como Ulises y Aquiles- fruto de la imaginación literaria. Y es que el mundo se puede encallar durante un tiempo, pero a la larga un día u otro se despereza y sigue andando.
En el toreo estábamos caminando hacia atrás. Hasta el punto que era de mal tono no declararse “torista” –como aficionado jamás supe lo que es eso- y solo si dábamos por buena la lucha a brazo partido de un torero con un toro con cuerpo de mula de labranza, y con dos aspas de molino por cuerna y mas mala leche que un recaudador de impuestos, se nos reconocía la condición de buenos aficionados. Los toreros que toreaban bien –y mucho más si tenían ese don escaso del arte- al toro armónico, sin exageraciones en el peso ni en la envergadura de los pitones y que obedecía el mandato de capotes y muletas, eran anatematizados como “chisgarabís” indignos de ser tenidos por figuras del toreo. Y eso ha sido así durante muchos años en los que los públicos bostezaban en los tendidos y salían de las plazas hablando de fútbol o de política.
Pregúntenles a los que asistieron a las corridas de “Los tres tenores” en Valencia y en Castellón, si prefieren el espectáculo que vieron o han echado de menos las corridas del “tío picardías” y los tres legionarios de turno que las torean porque no tienen otro remedio. Pregúntenles, y les contestarán cuando acaben de dar pases al aire con las manos. Que es como sale la gente de la plaza después de ver a Finito, Morante y Manzanares. Y si pueden, lean la crónica de Benlloch en Las Provincias, que ahí hay mucha molla sobre lo que puede ser el toreo del futuro con la resurrección del Toreo-Arte.
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