El penúltimo gran dinosaurio de la empresa taurina llamado José Luis Lozano ha dejado una sentencia casi bíblica: “San Isidro será lo último que quede”. Aquel invento de don Livinio, otro visionario que dicen que no sabía de toros y al que quiso fichar Santiago Bernabéu para gerente del Real Madrid, es ahora el bastión más irreductible de la Fiesta. El sueño del inventor llegaba a la idea de que la feria debía durar un mes. Más o menos lo que ahora aunque a las 24 tardes de San Isidro le han adosado seis más bajo el título de “Arte y Cultura”.
